The Executioner
Si uno junta al director más disparatado del cine japonés junto con el luchador más desmesurado, el resultado es…
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Un grupo de luchadores algo peculiar (y contundente) reclutado por un detective de narcóticos caído en desgracia debe parar el negocio de la droga en Japón. Y no escatimarán medios para conseguirlo…
Otra vuelta de tuerca de Teruo Ishii, que consigue lo que parecía imposible: ser el más desmesurado de los directores japoneses, combatiendo película a película consigo mismo, llevándolo ya a los terrenos del grotesco directamente, con una combinación de violencia y humor que sólo sabe hacer él, combinado con una puesta en escena firme, llena de planos imposibles y un montaje que te deja sin aliento. Aporta a Sonny Chiba lo que le suele faltar: una cierta alegría y rapidez, con una de sus mejores coreografías, imaginativa, paródica, ultraviolenta, tanto en la parte que le toca como en la de los demás. Para Ishii sólo queda una solución (coincidente con Sonny Chiba): hay que ir hasta el fondo.
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