Sexy Line
Nueva mirada a los bajos fondos, unos protagonistas enfrentados a una red de prostitución de lujo. El broche de oro de Ishii a la que es, sin duda, una de las mejores sagas del cine japonés.
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Yoshioka trabaja para una gran compañía en Tokio. Después de un lamentable incidente que le implica en un robo, se enfrenta a un traslado a Osaka, pero la cosa se complica cuando su novia, Reiko, aparece muerta… y todas las pruebas señalan a Yoshioka como autor del crimen. A partir de este momento, en compañía de una carterista, se adentra en el mundo de las redes de prostitución, con la intención de averiguar quién es el responsable de su situación…
El robo de una cartera es el punto de partida de esta nueva obra maestra del cine negro japonés, con la cual Teruo Ishii se despediría de la saga “Chitai”, tras dirigir cuatro de las cinco entregas. “Sexy Line” no tiene nada que envidiar a sus predecesoras, y cuenta con todos los elementos que hacen de ésta una saga memorable, una fotografía exquisita (de nuevo en blanco y negro, tras rodar “Yellow Line” en color), una banda sonora magnífica, un ritmo trepidante, una dirección magistral y unas interpretaciones a la altura de las circunstancias, destacando de nuevo a Yôko Mihara, uno de los grandes aciertos de la saga Chitai, que borda su papel de chica sexy y descarada. Además de los elementos característicos de la saga, se repiten las influencias, que quedan patentes desde el primer fotograma, con unos títulos de crédito muy al estilo de la Nouvelle Vague. Una película que ningún amante del cine negro debería perderse, y que no decepcionará a quienes hayan disfrutado de las anteriores entregas. Imprescindible.
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