Seguimos con nuestro repaso a la sección oficial del Cines de Sur con The Woman of the Septic Tank, una producción filipina que es realmente curiosa, y es que difícilmente se puede esperar uno esto cuando hablamos de la película que representó a Filipinas en la carrera por los Oscars.
La película comienza con una voz en off narrando diferentes planos y escenas de lo que parece ser una producción sobre una madre pobre de los arrabales que tiene 7 hijos y decide vender a uno a un pederasta para poder comer, pero pronto descubriremos que realmente nos encontramos ante un director y un productor que quieren hacer una película que gane en festivales occidentales para hacer dinero.
Marlon N. Rivera conforma una historia en tono de comedia que critica de forma feroz la visión que del cine filipino, y de la propia filipinas, se tiene en los festivales de cine occidentales, y por ende en occidente. Nuestros cineastas protagonistas tiene claro que para triunfar en festivales hay que mostrar la decadencia y la suciedad en un marco de cine independiente, porque eso es lo que gusta y vende entre los programadores. Tal es el nivel de crítica que en una escena hacia el final de la película se ve a los protagonistas buscando localizaciones entre los arrabales, unos jóvenes alabando y agradeciendo encontrar una zona tan pobre y sucia para su película. Mientras esto se nos presenta, vemos a jóvenes muy preparados, manejando tecnología punta en una filipinas donde no todo es pobreza y miseria.
Pero la parodia no se detiene ahí y pronto se dirige al starsystem del cine filipino criticando y haciendo humor con directores que parecen casi “dioses” en la escena indie filipina desde el punto de vista occidental. Esta visión paródica se encarna entonces en una magistral Eugene Domingo, estrella del cine y la televisión local que aquí se interpreta a si misma apareciendo como una rica y caprichosa superestrella, a la que los directores recurren para protagonizar s película, no sin anteriores deliberaciones.
No quiero desvelar mucho de esta producción ya que el descubrimiento es lo que lleva a la verdadera apreciación de la misma, pero diré que esta es una producción muy bien pensada y tramada y con un guión realmente trabajado, sin caer en el humor estúpido, aunque en algún momento pudiera padecerlo. También comentar que su humor es asequible aunque no se conozca demasiado en torno al cine filipino, pero por supuesto tendrá mucha más trascendencia si conocéis al menos los nombres claves de los circuitos festivaleros occidentales.
Y por cierto, esperad cuando salgan los títulos de crédito, porque la paciencia tiene su recompensa.
Hanaan ya es una curiosidad en si misma por ser una coproducción entre Corea del Sur y Uzbekistan y centrarse en algunos de sus personaje en descendientes de coreanos que emigraron a la URSS nantes de su disolución y ahora viven en los países del este de Europa y Centro asiático. No obstante esto toca de cerca a su director, el novel Ruslan Pak, ya que el mismo pertenece a este grupo.
Pero esta vez no nos encontramos ante una película sobre coreanos emigrantes como ya hemos visto en muchas producciones de los últimos años (Our Homeland en esta presente edición del Cines del Sur o Dance Town, ganadora de la edición de año pasado), sino ante una producción que narra las vicisitudes de varios amigos que juegan con el crimen y las drogas y han de pagar un gran precio por ello. Mas concretamente se centra en uno de ellos, Stas, cuarta generación de coreano-uzbekos y que siempre quiso ser policía, consiguiéndolo con los años, pero reencontrándose múltiples veces con su pasado, un pasado encarnado en un mafioso que mato a uno de sus amigos y que ahora pasa droga. Este pequeño resumen sirve de muestra de lo que la película nos presenten, la destrucción de una serie de personajes debido principalmente a su adicción, pero también la lucha de Stas. por salir del pozo y encontrar su Hanaan, su tierra prometida.
La cinta no deja de ser un drama pero que se narra con una estructura muy cercana al thriller de género y una factura formal nada común en el cine que se hace en el centro de Asia, sino mucho más cercana al thriller americano o coreano, sin llegar a pretender ser uno de estos claro, pero si en su aspecto más o menos narrativo o formal. Quizás aquí pasa un poco como el tema que comentábamos en “The Woman of the Septic Tank”, cuando pensamos en el cine centro-asiático nos esperamos otro tipo de cine, y encontrarnos con estas estructuras ya es en si mismo un aliciente.
Personalmente me encantó el actor Stanislav Tyan en el papel de Stas. Es muy difícil para un actor mantener escenas largas y sin dialogo trasmitiendo crudos sentimientos, y este actor ha sido capaz de hacerlo y con creces, ya que varias partes de la película se sustenta en la fuerza de su rostro, con el solo en pantalla y sin dialogo alguno.
A pesar de que da la sensación de que algo de metraje se ha quedado en la sala de montaje, por la precipitación de algunas escenas (cosa harto ligera y que no desmerece el conjunto final), esta es una película que no deberíais dejar pasar.
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