Si la serie Roman Porno lanzada en 1971 por la Nikkatsu –más de 700 películas producidas hasta 1988- permitió el nacimiento de auténticos autores como Tatsumi Kumashiro (Woods are wet: Woman hell) o Noboru Tanaka (Rape and death of a housewife), fue a la sombra de estos últimos que brillantes artesanos, respaldados por estupendos técnicos herederos de la tradición de la edad de oro del cine japonés, salidos de los equipos de Mizoguchi, Yuzo Kawashima, Imamura… sostuvieron estas estrategias de producción así como su diversidad genérica.
El primero, Yasuharu Hasebe, es considerado como un maestro del cine de acción. Diplomado en literatura francesa, entra en la Nikkatsu en 1958, en la que se convierte en asistente de Seijun Suzuki (Youth of the beast, Tokyo drifter) y Takashi Nomura (A colt is my passport), antes de debutar como director en 1966 ( Black tight killers). Conocido por sus colaboración con el gran guionista de acción Shuichi Nagahara, a quien se le deben obras maestras de la talla de A colt is my passport o The most dangerous game, Hasebe se impone rápidamente como una de las puntas de lanza del estilo Nikkatsu New Action (la saga Stray cat rock), al lado de Yukihiro Sawada, director del Roman Porno de acción Retreat through the wet wasteland. Alimentado por la serie B americana y admirador de Siegel, le debemos incluso una versión Roman Porno de Dirty Harry (Dirty Mary). Menos interesado por la descripción de los sentimientos que por la acción pura, no realizará más que nueve Roman Porno antes de volver a la televisión y contribuir al éxito del V-cinema para la Toei en los años noventa. Rodando las escenas de sexo como si fuesen escenas de acción, sus Roman Porno rebasan las fronteras del género. Con Assault! Jack the Ripper, su película más extrema, sustituye las escenas clásicas de amor por escenas de violaciones y muerte, que hacen de la relaciones amorosas un desecadenamiento surrealista de violencia barroca que haría pasar Natural born killers de Oliver Stone por pequeños delincuentes.
Al contrario que Hasebe, que se movió fundamentalmente en el cine de acción, Koyu Ohara es uno de esos artesanos entre los más versátiles y prolíficos (cuarenta y ocho Roman Porno de 1972 a 1985). Entra en el estudio el mismo año (1961) que Noboru Tanaka y Masaru Konuma, que le apodan «Funky», uniendo camisas hawaianas y gafas de sol, como un verdadero «golden boy» de estudio. A gusto en todos los géneros (jidaigeki, SM, comedia musical, películas de jóvenes,…), rueda alguno de sus más grandes éxitos comerciales (Pink hip girl). Coronado por una reputación de director rápido que sabe responder a los presupuestos económicos del estudio, Ohara realiza un cine de entretenimiento sin plegarse a las exigencias artísticas. Como White Rose Campus que se muestra como un ejercicio de perversión paródico de las road-movie y del «film de colegiales», en el que la realización nerviosa no tiene nada que envidar a la obra maldita de Bava, Cani arrabbiati.
Bajo el signo del sexo y la violencia, esta doble sesión muestra, más allá de la alta calidad artística del Roman Porno, toda la elasticidad de un género que fue para sus creadores un verdadero terreno de experimentación y libertad creativa desatada.
Dimitri Ianni (Cinémathèque française)
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