La presencia en el cine chino de Liu Xiaodong, pintor, es seguramente uno de esos recorridos que vale la pena hacer y que, además, tienen algún significado. Nacido en 1963, es algo mayor que Wang Xioashuai (1966) con el que tendrá su primera experiencia cinematográfica.
“The days” (1993) es una de las primeras obras de la generación perdida china y una película fundamental para entender todo el cine que vendrá a partir de ese instante. La película, rodada en blanco y negro y con un cierto aire a lo nouvelle vague, vía Godard, se convertirá en un testimonio generacional, a través de la vida de una joven pareja de pintores cuya relación está llegando al final. Ella se marchará a Estados Unidos, tras un último viaje de regreso a casa, a casa de él, intento de recomponer esos vínculos perdidos, pero todo será inútil. Liu Xiaodong, que entonces estaba aún buscando su sitio, ofrecerá un retrato fascinante de esa relación inicial con la pintura, y algunas imágenes, como aquellas en las que pinta bajo la música de My funny Valentine interpretada por Miles Davis, no abandonarán ya nuestro imaginario cinematográfico.
Habrán de pasar algunos años para que llegue “Dong” (1996), documental dirigido por Jia Zhangke y centrado en la figura del pintor, de nuevo protagonista. El salto tiene su interés. Si hay un cineasta que reivindica Zhangke ese es Xiaoshuai, y “The days” no es una obra ajena a la suya. En “Dong” nos encontraremos ya con un pintor formado, reconocido, en el que ya lo importante no es su vida, sino su arte, aquello que intenta alcanzar con él. Intenciones de las que “Still life“, rodada a la vez, será un reflejo. Xiaodong, pintor figurativo, desarrolla su obra a través del trabajo, de la gente trabajando, y partiendo de una idea de herencia, de continuidad dentro de una memoria artística que no se puede olvidar ni evitar. “Dong” será un díptico. Rodada en China (en las Tres gargantas) y en Tailandia, reflejará la vida (y la muerte) de los trabajadores de la construcción (en este caso, destrucción) y de las prostitutas, en una obra en la que cineasta y pintor se confunden hasta volverse algo único.
Entre el 2006 y el 2010, Xiaodong protagonizará varios documentales, desde “Dominio” (A. Cheng, 2006), hasta una serie que recorría junto a él diversos países y que dirigió Tong Weijun (2007-10), pero habrá que esperar a 2011 para que se produzca otro momento mágico en su trayectoria cinematográfica: “Hometown boy” (2011).
“Hometown boy” lo lleva hasta Taiwán (no físicamente). Con la producción de Hou Hsiao-Hsien, el documental está dirigido por el protegido más conocido del director taiwanés, Yao Hung-i, que algunos recordaremos por Reflections, aquella película hermanada con el tercer episodio de Three times, y que no debe ser pasada bajo ningún concepto. En “Hometown boy” seguiremos al pintor en su vuelta a casa, donde tiene previsto realizar un buen número de retratos de aquellos que fueron sus amigos de juventud, además de visitar a sus padres. La película será un recorrido a través de los recuerdos y, recordemos, uno de los temas preferidos del pintor (y en una de aquellas, también de Hou Hsiao-Hsien), la herencia del pasado, el inscribirse en una historia, ser una parte más de ella, la última pieza.
Convertido en una especie de extraño referente cinematográfico, capaz de estar con aquellos primeros cineasta chinos independientes, con un referente como Jia Zhangke o con el último eslabón de esta cadena, en la forma de un “hijo” de Hou Hsiao-Hsien, en Liu Xiaodong encontramos un misterio, un eslabón de una cadena que abarca muchos años y muchas historias, algo que une todo e incluso le da un sentido.
Redacción: Silien (@FJacquemort)
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