Gake no Ue no Ponyo (2008)
Director: Hayao Miyazaki
Guión: Hayao Miyazaki
Producción: Studio Ghibli, Dentsu, Hakuhodo DY Media, Walt Disney Company, Mitsubishi, Toho Company, Taikei Office, Asahi Soft Drinks Company, Lawson, Yomiuri Shimbun
Música: Joe Hisaishi
Animation, Fantasy, Family
La hija mayor de la Diosa del Mar Granmamare y un humano alquimista, un pececito rojo llamado Brunilda, conoce en una inocente escapada a un niño de cinco años llamado Sosuke. Después de salvarla y ponerle de nombre Ponyo ambos contraen un ingenuo compromiso, Sosuke jura protegerla y ella toma una gota de su sangre humana para convertirse en una niña como él y permanecer a su lado. Pero para mantener su compromiso y restaurar el equilibrio entre la naturaleza y la humanidad, deberán demostrar su amor verdadero.
Inspirándose en un cuento de Rieko Nakagawa, The Frog Named Elta, por un lado, y en La Sirenita de Hans Christian Andersen, por otro, Hayao Miyazaki crea quizás su película más tierna: Ponyo en el acantilado. Él mismo cuenta, en la entrevista que concede a Makoto Kanazawa en 2008, que el equipo de animación quería hacer una película que fuera la primera que viera la hija del director de animación de Ghibli, Katsuya Kōndo; Así que tomando a la niña de inspiración y a como fuera su hijo Gorō Miyazaki a los cinco años, crea una historia con un mensaje sencillo dirigido a los niños de esta edad: las promesas no siempre pueden mantenerse, pero lucha por ellas. Esta es la versión infantil pero, claro, la versión adulta viene con más matices.
Cuando Miyazaki lee La Sirenita, reconoce, no podía aceptar el hecho de que la protagonista no tuviera alma y, por eso, se tornara espuma de mar. La ausencia de alma es inconcebible en un shintoísta como Miyazaki que venera a los kami como dioses de la naturaleza, pero el director tampoco concibe como la sirenita se transforme en humana y engañe al príncipe, así que decide hacer su propia versión de la historia. En su versión, si Ponyo se tornara espuma de mar no sería por falta de alma, si no un retorno a su propia naturaleza y algo que celebrar. Además, dicha versión es una absoluta desfamiliarización del cuento de Andersen, en la que Ponyo es un pececito rojo con cara humana y cuerpo de anfibio con una transformación progresiva, que vive con su padre y sus hermanas, mientras su madre siempre está ausente. Curiosamente Sosuke sufre la misma situación; vive con su madre Lisa mientras su padre se pasa el tiempo trabajando en alta mar a bordo del Koganeimaru –una curiosa apología a su propia familia ya que Ghibli se encuentra en la ciudad de Koganei–.
Visualmente, lo que más llama la atención a bote pronto es el trazo sencillo e infantil de la animación y los colores pasteles, entre los que abundan los rojos y rosados en contraste con los azules; algo que no me extraña nada, dada la tendencia que tiene el director de conectar y desconectar estos colores con los géneros y sus funciones. Por ejemplo, Miyazaki siempre ha vestido de azul a sus heroínas menos “shōjo”, sobre todo a medida que se volvían más capaces y maduras y de esto es un buen ejemplo Lisa, la madre de Sosuke, que para mí es la verdadera heroína miyazakiana de esta película. Yo no veo a Ponyo como la heroína si no como una fuerza de la naturaleza, enérgica y quizás abrumante, dado que la segunda vez que llega a la vida de Sosuke lo hace arrasando con toda su fuerza natural y mágica. Lisa, sin embargo, es una Nausicaä ya madura, que comprende y acepta la naturaleza de Ponyo y sabe cómo educar a su hijo en la misma tónica conciliadora. Madre e hijo aceptan a Ponyo tal y como es; no sólo Sosuke promete protegerla, Lisa ayuda a Sosuke a mantener esa promesa. Es también ella quién le enseña a Sosuke la responsabilidad que supone ser parte de la comunidad en una de las escenas más conmovedoras de la película entre madre e hijo: «Sosuke, nuestra casa es una faro en la tormenta. Todos dependen de nosotros, así que alguien tiene que quedarse aquí. Hay muchas cosas que están pasando que no entiendo pero ahora me preocupa la gente que hay en el centro de mayores. Saber que te quedas aquí, me ayudará. No te preocupes, te prometo que volveré.» Para un niño de cinco años que actúa por instintos, que está aprendiendo de la vida y de cómo vivirla, que su padre siempre está lejos por trabajo, Lisa es su faro en la tormenta. Siempre preparada para cualquier tipo de catástrofe, Miyazaki nos demuestra su poder en la escena de Lisa y Sosuke escapando en coche de las olas con ojos del tsunami de Ponyo –una escena que recuerda mucho a la escena de la persecución en Lupin III: el castillo de Cagliostro (1979)–. Tal es su poder, que Lisa enfrenta a Granmamare como madre, y Granmamare toma un tamaño similar al de ella para poder hablar de madre a madre.
Pero Ponyo en el acantilado no trata sólo de promesas y responsabilidad con la comunidad, el director retoma el tema de la relación entre la humanidad y la naturaleza y nos sitúa justo en el momento en el que se produce el apocalipsis en forma del tsunami que causa Ponyo cuando desata su poder. Ya habíamos visto una visión post-apocalíptica en Nausicäa del Valle del Viento (1985) y casi apocalíptica en La princesa mononoke (1997), y también en cierta manera en El castillo en el cielo y El castillo ambulante, pero esta vez el tratamiento que hace es radicalmente diferente. No hay ninguna guerra que lo provoque, ni es la codicia de la humanidad; Se intuye el abuso de la naturaleza por parte de la humanidad en las palabras de rencor de Fujimoto, el padre de Ponyo quien rechazara una vez su lado humano para vivir en el mar, y también en los residuos y vertidos que vemos en el la bahía del acantilado, pero esta vez el apocalipsis lo provoca la fuerza de la naturaleza. Así, el director aboga por un efecto regenerativo de las catástrofes naturales, y pretender crear lo que Napier llama «síndrome de estrés pre-traumático» (NAPIER, 2012) que aspira a dar la oportunidad al espectador a que reflexione sobre como la humanidad toma sin mesura lo que quiere de la naturaleza y la mata sin contemplaciones y recapacite sobre el papel que quiere desempeñar a partir de ahora. La imagen regenerativa de la catástrofe queda representada en el doble papel que tiene Granmamare como Diosa del Mar pero también de la Fertilidad en cuanto a su papel de madre. Por eso, la naturaleza ha tomado posesión de la tierra y la ha retornado a su etapa devónica, primitiva, sin tecnología ni construcciones arquitectónicas, sólo el faro de esperanza en el acantilado, para que la humanidad pueda comenzar de nuevo y actúe de manera más consecuente esta vez.
La idea de las catástrofes naturales como algo regenerativo, puede parecer algo excéntrico después del triple desastre en Fukushima en marzo de 2011 pero hay que tener en cuenta que los japoneses han aprendido a vivir con los movimientos sísmicos y son parte de su vida diaria. Así lo explicaba el director en La Biennale di Venezia en 2011 “Hay muchos tifones y terremotos en Japón. No tiene sentido retratar estos desastres naturales como malvados. Son circunstancias del mundo en el que vivimos. Siempre me conmuevo cuando vengo a Venecia y veo que está ciudad se está hundiendo en el mar y que sus gentes viven su vida sin tener esto en cuenta. Es un hecho en sus vidas. De la misma manera, en Japón tenemos una percepción diferente de los desastres naturales” (citado en SOTINEL, 2011). Miyazaki afirma que “tendemos a creer que somos creaciones separadas de la naturaleza, pero no es así. La naturaleza es inherente a la humanidad. La naturaleza que hay dentro de Ponyo se convierte en un tsunami, que es la manera que ella tiene de llegar a Sosuke. Pero el tsunami no destruye ni hace daño a la gente del pueblo; es más un tsunami mágico que purifica al pueblo y a sus gentes, [y que incluso devuelve la capacidad de andar a las ancianas]. Él ve esperanza en la fuerza de la naturaleza [porque] la atmósfera de crisis nos hace mejores personas” (citado en GUILLEN, 2009). Por eso Miyazaki reconoce que se inspiró en las gentes de los 50 para reflejar la actitud de los personajes ante la catástrofe: se suben a sus botes y hacen una marcha –que Sosuke describe como matsuri “festival”—en busca de las gentes que puedan ayudar.
Pero para que se restaure el equilibrio, no sólo Sosuke y las gentes del pueblo tienen que aprender a vivir con la naturaleza, Ponyo también debe asimilar su nueva naturaleza y cuando se encuentra con el bebé del bote, descubre que es capaz de sentir compasión y se comunica con él de ser vivo a ser vivo (MIYAZAKI, 2008). Esta comunicación de igual a igual, es la misma que se da en la escena de la conversación madre a madre entre Lisa y Granmamare, que representa la armonía climática. No sólo ellas hablan de madre a madre; Fujimoto que aseguraba odiar a los humanos, acomoda a las abuelas y cuida de ellas (CAVALLARO, 2014).
Que reflexionemos y seamos responsables, ese es el mensaje de la versión adulta, pero no sólo para los ciudadanos, también para nuestros dirigentes. El director ya había empezado a alzar su voz fuera de los cines cuando afirmó haber estado a punto de no ir a recoger el Oscar por su repulsa a la guerra contra Iraq, pero su voz iba a ser más enérgica y crítica no sólo en sus tres últimas películas sino también en sus apariciones públicas. «El desastre de Fukushima, causado por el tsunami de hace tres años, nos pilló en medio de la realización de la película: estábamos presos en este suburbio de Tokio, sin electricidad, ni transporte, ni medios de comunicación. Muchos acamparon en Studio Ghibli, en estado de shock. Nos preguntábamos si continuar la película todavía tenía sentido. Después de Fukushima, Ghibli ha cancelado el contrato con la empresa que gestiona la central nuclear. Escribí un “J’accuse” contra el gobierno, y me están condenando para siempre: se sorprendieron al observar la rebelión de un “tesoro nacional viviente”, como si debiera ser dócil y neutral. A partir de entonces conduzco mi viejo Citroën dos caballos, el modelo de Charleston, con un adhesivo anti- nuclear» (citado SERENELLINI, 2014). Así pues, decido a dejarnos su último testamento, Miyazaki empezará a preparar su última película.
Bilbiografía
CAVALLARO, Dani. The Late Works of Hayao Miyazaki, A Critical Study, 2004-2013. North Carolina: McFarland, 2014.
GUILLEN, Michael. “An On-stage Conversation with Miyazaki Hayao”. En: Ghibliworld.com, julio de 2009 [en línea] <http://www.ghibliworld.com/miyazaki_on_stage_conversation_berkeley_july_2009.html>
NAPIER, Susan. “The Anime Director, the Fantasy Girl and the Very Real Tsunami”. En: The Asia – Pacific Journal, Vol 10. Issue 11, No 3, 12 de marzo, 2012. [en línea] < http://www.japanfocus.org/-Susan_J_-Napier/3713/article.html>
SERENELLINI, Mario. “La mia favola continua. Sogno ma tengo gli occhi ben aperti”. En: Repubblica, febrero de 2014 [en línea] <http://www.repubblica.it/spettacoli/cinema/2014/02/02/news/hayao_miyazaki-77503978/ >
SOTINEL, Thomas. “Japan’s fantasy films act as a buffer against the reality of the natural world”. En: The Guardian, 29 de marzo, 2011. [En línea] <http://www.theguardian.com/film/2011/mar/29/japan-animation-natural-disaster-sotinel>
Redacción: Sabrina Vaquerizo (@svaquerizo)
Buenos días! Te escribía unicamente para felicitarte por tu reseña. Esta película, como otras del studio, nos enseña a través de una relectura de la infancia, a ver las problématicas del hoy libres de nuestras cargas.
Félicitations!
¡Muchas gracias Josephus!