Acompañando ya el final del año afrontamos ya la recta final de nuestras crónicas asiáticas del pasado Sitges Film Festival 2015, con un juego de palabras que da título a esta entrega, “The Boy and the Miike”, por una parte por la excepcional obra animada de Mamoru Hosoda, por otra por las dos películas de Takashi Miike que nos vimos en una mini-maratón nocturna. Vamos a por ello.
The Boy and the Beast
Japón, Mamoru Hosoda, 2015
Voces: Koji Yakusho, Aoi Miyazaki
Le tengo un especial cariño a Mamoru Hosoda, y no es porque he visto todos sus largometrajes (fuera de las adaptaciones de series como Digimon o One-Piece) y me parezcan una maravilla, sino porque “La chica que saltaba a través del tiempo” fue la primera película que vi en el festival de Sitges, casi por casualidad… ese fue el comienzo de mi vida festivalera. Desde entonces todas sus películas han pasado por el festival y todas han ganado el premio a mejor película de animación. “The Boy and the Beast” no tenia opción de ganar nada por estar fuera de competición, pero que más da eso…
La historia se centra en chico solitario que se tropieza con la bestia Kumatetsu. Por avatares del destino decidirá ir a vivir con él al mundo de las bestias y convertirse en su discípulo. Resulta que el joven y su maestro son más parecidos de lo que podrían imaginar, tercos, cabezotas y dados a las riñas, poco a poco irán forjando una relación en la que cada uno deberá aprender del otro.
Si hay alguien que puede considerarse uno de los mejores animadores de Japón ese es Hosoda, un director que no solo sabe dar acción y entretenimiento a sus películas, sino que juega de forma magistral con los sentimientos, a veces contenidos, a veces desatados. Se pueden ver muchas similitudes entre las últimas obras del director, siendo “The Boy and The Beast” una especie de mezcla de “Sammer Wars” y “Wolf Children”. Tiene de la primera esa mezcla de mundos, y de la segunda el hecho de que el crecimiento personal, acompañado del físico, es algo imprescindible en la vida, encontrar tu lugar junto a las personas que quieres. La introducción de estas tres películas es muy similar, llenándose de acción, sentimientos, espectaculares travellings y panorámicas acompañadas de una magnífica banda sonora. Luego el guión tira de sentimientos y humor, de desarrollo personal que suele conducir a finales apoteósicos y espectaculares, casi exagerados. Hosoda lleva haciendo uso de esta estructura mucho tiempo, y funciona a la perfección.
A pesar de tirar de similares bases conceptuales que “Wolf Children” ésta es un poco más infantil, un poco más cuento de hadas, y eso la deja algo por debajo de aquella. Pero es una magnifica obra de animación, de lo mejorcito del año y un Must See que no debéis perderos.
Yakuza Apocalypse: The Great War of the Underworld
Japón, Takashi Miike, 2015
Intérpretes: Hayato Ichihara, Yayan Ruhian
Que Takashi Miike es un tipo extremo eso nadie puede negarlo. A pesar de que en los últimos años ha sabido rodar películas de diversos géneros y factura, con una calidad técnica más que sobresaliente, siendo comedido y dramático cuando tenía que serlo, en el fondo de su corazón sorprender al público, hacer lo inesperado como medio de trasgresión, es algo que no puede evitar. Y en este caso se le ha dio de las manos, pero demasiado.
Seamos sinceros, ¿que podemos esperar cuando lo primero que se nos presenta es a un Jefe Yakuza vampiro? Pues algo sorprendente. La gracia de esto es que la película empieza de buena forma, con un guión bien hilado (loco pero bien narrado), una trama de Yakuzas en la que el hecho del vampirismo es casi circunstancial. Es Miike, se le pueden pasar a esos esclavos que sirven de comida vampírica haciendo ganchillo en su cautiverio, incluso ese asesino vestido de Friki que da vida el actor Yayan Ruhian y que viene acompañado de unas coreografías de acción tremendas. El jefe Kimura muerde a su ayudante Kageyama y le pasa sus poderes antes de morir en una violenta pelea, y el joven tendrá que aprender a usar sus nuevos poderes, convirtiendo a media ciudad en Vampiros Yakuza… y aquí la cosa se empieza a ir de madre hasta que llegamos a la clave de la locura, el hombre rana asesino, el surrealismo hecho personaje.
El problema de todo esto es que en su primera parte todo avanza de una forma más comedida, un film de Yakuzas raro pero que avanzaba de forma aceptable, con humor, acción y algo de locura… pero pareciera que en cierto punto se tirase el guión a un río y Miike empezara a improvisar y a poner en pantalla todo lo más inesperado y suerrealista que se le ocurriera, convirtiendo la película en una sucesión de locuras y escenas a lo bruto. Estas dos partes chocan una contra la otra y la película parece no funcionar en ambas, la primera por comparación con la segunda, la segunda por exceso.
No me entendáis mal, la película os va a dar risas, acción, diversión y un personaje inolvidable en esa rana asesina, pero es de esas que al final no terminas de recordar como especialmente buena, aunque te lo pasaras muy bien viéndola. Desde luego verla en Sitges fue un acierto, ya que el ambiente mejora mucho la experiencia.
As the God’s Will
Japón, Takashi Miike, 2015
Intérpretes: Sota Fukushi, Hironi Yamazaki
La segunda película de esta mini-maratón Miike que vimos nuestro penúltimo día en Sitges es la adaptación del manga “Kami-sama no Iu Toori”, escrito por Muneyuki Kaneshiro e ilustrado por Akeji Fujimura, de gran éxito en Japón. Según el propio Miike esta película pretende hacer ver a la sociedad japonesa, que vive en una especie de estado de bienestar que se da por sentado, que siempre puede ocurrir lo inesperado sin que lo veamos venir y trastocar nuestras vidas. Ambiciosas palabras del director.
La película empieza de una forma brutal e increíble. Una clase de jóvenes estudiantes están frente a la mesa de su profesor, ocupada por una cabeza Daruma que juega un juego con ellos: explotar las cabezas de los estudiantes a los que vea moverse. Un comienzo brutal y exagerado en el que solo unos pocos ganarán y pasaran a otra sección del colegio, donde les esperaran otro juegos similares. La cosa es que cada juego es más absurdo que el anterior, dejando esa supuesta tensión inicial en simple desconcierto por no saber porqué está pasando todo esto. El manga se supone de terror, pero aquí poco terror encontrareis, algo de violencia y dosis de humor negro, pero es una película adaptada para un publico más joven y por tanto deja fuera muchas cosas.
A pesar de su magnífico acabado técnico, lo que podía haber sido un ejercicio frenético en busca de la verdad, con muerte y violencia de por medio, se convierte en algo repetitivo, una serie de juegos infantiles protagonizados por muñequitos a cada cual mas tonto, con menos ritmo del esperado y un final poco satisfactorio.
Después de todo lo que he dicho pensaréis que es una película horrible, pero tampoco es así, a mi me entretuvo y después de la locura de Yakuza Apocalypse incluso me pareció bien ese ritmo más acorde a lo que se mostraba en pantalla, sin tantos excesos porque sí ni tantas locuras (a pesar de lo extraño de la premisa de esta película). Pero esta es una obra juvenil, sin mucha ambición de ir más allá, y como tal debe verse.
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