El árbol sin hojas (Raku-yo-ju, 1986)
Dirección: Kaneto Shindo
Guión: Kaneto Shindo
Una de las películas más curiosas de un director tan polivalente y capaz de acercarse a diferentes aspectos de las preocupaciones niponas del momento es El árbol sin hojas. Ya nos hemos dedicado a resaltar aquellos aspectos que evidencian que su cine es próximo a algunos de los más importantes títulos de la cinematografía italiana y de nuevo volvemos a toparnos con algunas tónicas autorales similares a Fellini. Y es que si la búsqueda melodramática del acercamiento a la verdad de un tiempo a través de obras neorrealistas es algo presente en sus primeros filmes, aquí vemos una evolución que se antoja más cercana a obras como Ocho y medio. Un escritor de éxito, viviendo aislado, en compañía de una joven atractiva a la que en ciertos aspectos ignora, vive del recuerdo de un tiempo pasado, fundiéndose en ensoñaciones, secuencias oníricas donde se personifica en sus propios recuerdos, reflexionando sobre cómo estos aspectos han desarrollado su personalidad futura. La figura de un padre autoritario y el sacrificio de una madre demasiado blanda con su hijo pequeño, así como ciertos elementos casi incestuosos que Shindo se encarga de remarcar, nos deja una sensación extraña. Parece querer envolver su relato de un halo neofreudiano, ligándolo todo a las posibilidades del alma y la creación artística. Un relato conmovedor sobre la familia, la nostalgia, y el arrepentimiento masculino sobre los sacrificios femeninos, como vimos en el hermano menor de Madre (1963). Una obra donde decide dejar de lado su acercamiento social o sus recreaciones de vidas de personajes ilustres, como puede ser el maestro ciego del instrumento nipón shamisen que vimos en La vida de Chikuzan (1987), para volcarse, sumergirse e investigar a lo más profundo de sus propios recuerdos personales.
El actor secundario (Sanmon yakusha, 2000)
Dirección: Kaneto Shindo
Guión: Kaneto Shindo (basado en una novela del propio director)
No puede ser más acertado el cerrar el ciclo con El actor secundario. Si bien es una cinta que fecha del 2000 y para nada resulta su último trabajo, el cual fue Postcard (2011), estrenado cuando el director ya tenía 99 años y tan solo estaba a uno de su centenaria muerte, sirve como perfecto repaso a la trayectoria vivida por el cineasta. Y es que en esta curiosa película, Shindo demuestra que puede sentir el paso del tiempo pasado, pero a su vez adaptarlo al lenguaje cinematográfico moderno. Director en plena evolución, sabe crear una ficción sobre una realidad vivida de cerca por él y sentida como todo un homenaje. Intercalando escenas de algunas de sus películas, así como utilizando declaraciones de Nobuko Otawa quien aparece en el montaje interpelando desde una posición metanarrativa con el protagonista del filme, vivimos un biopic muy especial para el realizador. Se trata nada y nada menos que la narración de la vida del actor Taiji Tonoyama, continuo secundario de muchos de sus propios filmes. Hombre que aparenta serenidad y calma durante la filmación, no puede sino adoptar un rol más alejado que el de su propia personalidad. Su aparición se da desde el mismo momento en el que inicia su andadura bajo la dirección de un Kaneto Shindo siempre en segundo plano. A partir de aquí, le acompañamos en sus desencantos a la hora de no encontrar un papel protagonista, su alcoholismo enfermizo que casi lo arrastra a la muerte prematura en numerosas ocasiones y, sobre todo, su desvergonzada pasión por las mujeres que lo lleva a cometer infinidad de infidelidades. Un bala perdida que siempre se supo comportar como un profesional delante de las cámaras, ganándose el protagonizar un filme como ocurrió en La isla desnuda (1960) e incluso ganar un premio al mejor actor, pero que por otro lado siempre halló la perdición en la bebida, el juego y la prostitución en cuanto el objetivo dejaba de enfocarlo.
Desde un tinte cómico, amable y sincero, se homenajea un amor extraño que vivió mil altibajos por culpa del temperamento de un hombre excepcional cuya errática trayectoria personal no influyó a la hora de dejar plasmadas ante la gran pantalla actuaciones memorables en filmes de gigantes del séptimo arte como Akira Kurosawa, Kozaburo Yoshimura o Nagisa Oshima entre otros.
Redacción: Luis Suñer (@luisuner1990)
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