Zhang Yimou nació en Xi’an en 1951 y estudiaba secundaria cuando la Revolución Cultural estalló en 1966. Hijo de una doctora y un antiguo miembro del ejército nacionalista, fue considerado políticamente cuestionable y en 1968 fue enviado al campo a reeducarse hasta 1978. Allí descubrió su talento por el diseño y el dibujo, y cuando después empezó a trabajar como portador decidió vender su sangre para comprarse su primera cámara. En 1978 el gobierno reabrió la Academia de Cine de Beijing y Zhang hizo los exámenes. A pesar de que los aprobó con muy buena nota, fue descalificado porque tenía 27 años, cinco años más que la edad requerida. Sus apelaciones no le sirvieron para nada y decidió escribir directamente al Ministerio de Cultura alegando que se pasaba de edad porque había estado 10 años en el campo de reeducación. El Ministerio aprobó su solicitud y en 1982 se graduó con la generación de cineastas que se conoció posteriormente como la “Quinta Generación” de directores chinos.
En la Academia de Cine de Beijing después de la Revolución Cultural escaseaban los materiales y los profesores, pero las ansias de ponerse al día hicieron que la institución adquiriera una gran cantidad de películas extranjeras. La Quinta Generación se nutre a la vez del shock visual que les suponen Visconti, Bergman, Fellini, Antonioni, Truffault, Godard, Fassbinder, Pasolini, Kurosawa y Tarkovsky, y del trauma constructivo de la Revolución Cultural. Ambas cicatrices juntas, provocan en ellos la necesidad imperiosa de presentar la historia moderna China en los festivales cinematográficos internacionales; de mostrar al mundo sus traumas mentales y sus tortuosas vivencias.
Después de graduarse, los miembros de la generación del 82 fueron asignados a estudios cinematográficos regionales con el objetivo de crear un nuevo estilo visual. Zhang, quien se graduó como cámara, fue asignado al estudio Guanxi donde colaboró como fotógrafo con el director Zhang Junzhao en su film de 1983 One and the Eight. Después de One and the Eight, participó como director de fotografía con su compañero de promoción Chen Kaige en Yellow Earth (1984), considerada el manifiesto político y estético de su generación, y más tarde en The Big Parade (1986). La gran oportunidad de Zhang como director llegó ya después de transferirse al estudio Xi’an en 1985, cuando empezó a trabajar con Wu Tianming en Old Well (1986) y el film ganó el premio al Mejor Actor en el Festival Internacional de Tokio. Ya con el respaldo internacional, dirige su primera película Sorgo rojo en 1987 basada en la novela homónima de Mo Yan, Oso de Oro en el Festival de Cine de Berlín. Zhang, sin duda, fue el primer director de su generación que convirtió el experimento cinemático que representa Sorgo rojo (1987) en un éxito de taquilla, descubriendo la viabilidad de convertir pedacitos de historia china en nuevos productos preparados para el consumo internacional. Hero (2002) es el mejor ejemplo: recaudó 54 millones de dólares en las taquillas norteamericanas, el máximo histórico que ha recaudado una película china.
La “Quinta Generación” de Chen Kaige y Zhang Yimou se rebeló contra el principio estético del realismo socialista anterior y experimentó con la forma artística, con la pretensión de que fuera la imagen cinematográfica la que hablara por sí sola mientras la persona detrás de la cámara se mantenía objetiva. El fondo histórico y político se relegaba, de esta manera, a un segundo plano, convirtiéndolo en el contexto de sus películas y poniéndolo, por ende, al servicio de la cultura. El movimiento cinematográfico respondía así a las aspiraciones culturales y estéticas de la Fiebre Cultural de finales de los 80 que pretendía establecer el arte como un régimen protegido pero con una autonomía formal e intelectual: una alegoría de la China de Deng Xiaoping, un modo de expresión que se levanta sobre las ruinas de la China de Mao Zedong (ZHANG, 1997: p.206-210). Rechazaron firmemente, por tanto, el cine de propaganda que había impulsado la mujer de Mao, Jiang Quing durante la Revolución Cultural. Sin embargo, la masacre de Tiananmen del 4 de junio de 1989 afectó inevitablemente al arte, y el modernismo cinematográfico comenzó a virar hacia el mercado y la financiación internacional. En este punto de la historia del cine, la Cuarta y la Quinta Generación establecen una relación muy fructífera con la literatura y la televisión, en concreto con la Literatura de Cicatrices, tanto que se crea como género cinematográfico el “drama de cicatrices” tomando como inspiración los temas de este tipo de literatura y con la intención de sumergirse en las imágenes autóctonas del país: la vida rural, el sistema de escritura, las tradiciones y sus tabúes.
Para muchos críticos como Yang Xiaoming, la filmografía de la Quinta Generación está relacionada forzosamente con los zhiqing y los Guardias Rojos, ya que la mayoría de sus miembros experimentaron la Revolución Cultural o bien como zhiqing (intelectuales enviados al campo para su reeducación) o bien como Guardias Rojos:
Después de la Revolución Cultural, la caída del icono y la evaporación del ideal convirtieron la formación inacabada de esta generación en un amargo proceso de auto-aprendizaje y exploración. El movimiento [literario] de las Raíces afloró cuando está exploración y reflexión se fue orientando de forma gradual. El movimiento zhiqing dejó en esta generación una profunda cicatriz mental y una huella espiritual. Enviados “arriba a las montañas y abajo a los pueblos”, se tornaron a la vez exiliados de la ciudad y extranjeros del campo; sintiéndose superiores e inferiores simultáneamente, les fue difícil encontrar su propia posición e identidad. Es una generación solitaria. […] Así, el nuevo cine, manifestándose en rebeldía en contra del mito del movimiento Guardias Rojos y las convenciones sociales del lenguaje cinematográfico, irradia en lo más profundo, sin embargo, una demanda de aceptación y reconocimiento social, una inspiración ávida de un éxito triunfante, dramático que prenderá fuego al mundo (XIAOMING citado en ZHANG, 1997: 226).
A pesar de las contradicciones internas, el estilo cinematográfico de la Quinta Generación se caracteriza por:
- El rechazo del montaje como elemento dramático (por su relación histórica con el realismo socialista): el objetivo sagrado del cine moderno es la contemplación reverente, libre de implicaciones mundanas socio-políticas. (ZHANG, 1997: 245)
- Fragmentación o simplificación de la trama argumental.
- Movimientos de cámara dinámicos y poco convencionales.
- Encuadres desde ángulos aberrantes.
- Uso de súper 16 milímetros para acercarse a los objetos.
- Enfoques y encuadres incesantes.
- Rotura del flujo del montaje con fotografías de cuadro fijo, repeticiones, saltos de eje, etc.
En la Quinta Generación, la realidad inventada es inseparable de las implicaciones socio-políticas que se desarrolla a través de la experiencia individual. A menudo la trama habla de viajes introspectivos en los que el paisaje tiene una presencia palpable, gracias al movimiento de la cámara. El emblema de la Quinta Generación es el dirigir el ojo contemplativo de la cámara hacia el paisaje abierto para transmitir la explosiva complejidad de las alegorías sociales a la audiencia que aún se siente parte de un colectivo. Implica un descubrimiento del paisaje social, la película se sitúa en un entorno seguro, remoto, local, espacial y temporal lejos de la agenda revisionista que muestra la revolución cultural como fallida. Igual que ocurriera en la literatura de raíces, la Quinta Generación invoca la naturaleza una y otra vez para reflexionar sobre las experiencias sociales y como libertad imaginaria más allá de lo racional (ZHANG, 1997: 259). Se proyecta al yo cultural en el paisaje social a través de la alegoría y se proyecta un imaginario colectivo. Se mira nostálgicamente al pasado y se dramatiza la esfera cultural y histórica. Este tratamiento del paisaje implica un sujeto interior detrás del ojo de la cámara y una conciencia entendidas como voces políticas y socioculturales. Un sujeto que quiere expresarse y trabajar sus contradicciones. Lo que se desenfoca en los planos profundos de la Quinta Generación es la textura granulada del presente.
¿Por qué es especialmente interesante la Quinta Generación para la historia del cine chino? Porque el cine se convirtió en un instrumento clave en la lucha ideológica que culminó con la instauración de los “ocho dramas ejemplares” que, en esencia, mataban la creatividad cinematográfica. Cuanto más se intentan alejar estas películas del revisionismo, más manifiestas se hacen las contradicciones del sujeto. El paisaje se convierte, así, en una alegoría del imaginario individual al social simbólico. A través del encuentro visual, se provee la experiencia colectiva emergente, de un espacio de auto-construcción en el que la narrativa de la auto-formación deviene viva. El color ténue o exagerado, el contraste dramático entre luz y sombra, la perspectiva y el encuadre poco convencionales se ajustan al retrato del paisaje social contemporáneo. Son paisajes chinos de un momento particular de la historia capturados por una imaginación social particular.
Como parte de esta retrospectiva, analizaremos desde una perspectiva histórica-política —como no podía ser de otra manera hablando de cine chino— los siguientes films del director:
- Sorgo rojo (1987)
- La semilla del crisantemo (1990)
- La linterna roja (1991)
- Qui Ju, una mujer china (1992)
- ¡Vivir! (1994)
- La joya de Shanghai (1995)
- Mantén la calma (1997)
- Ni uno menos (1999)
- El camino a casa (1999)
- Happy Times (2000)
- Hero (2002)
- La casa de las dagas voladoras (2004)
- La búsqueda (2005)
- La maldición de la flor dorada (2006)
- Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos (2009)
- Amor bajo el espino blanco (2010)
- Las flores de la guerra (2011)
- Regreso a casa (2014)
Redacción: Sabrina Vaquerizo (@svaquerizo)
[…] épicas y la comedia negra. Lo que caracteriza a esta generación no es tanto la temática como la ruptura con el realismo y el cine militante socialista. Es un cine simbólico, protagonizado por personajes de enorme profundidad psicológica, que exalta […]