Hace algo más de una semana que finalizó la edición número once del Festival Internacional de Cine de Granada – Cines del Sur, una cita a la que ya sabéis que le tenemos un especial cariño, ya que se hace en el sur para el sur, reuniendo una selección de películas que difícilmente podremos ver en nuestro país. Cine minoritario, y no tanto, de países de Sudamericana, Arica y Asia. Este año nuestro paso fue de tan solo un par de días hacia el final del festival, pero tuvimos la suerte de poder ver dos de las películas galardonadas en la entrega de premios, lo cual nos hace mucho ilusión. Efímero pero sobresaliente, un buen fin de semana del que os hablaremos un poco hoy.
La primera película que pudimos ver el viernes por la tarde fue, quizás, la que más nos gustó. DRESSAGE, traducida como “La Doma”, es el debut internacional del director iraní Pooya Badkoobeh, que se llevó una mención especial en la pasada Berlinale, donde pasó con muy buenas críticas. Pooya estuvo además en el pase al que asistimos y realizó un interesante Q&A donde nos explicó muchos detalles interesantes de la producción.
La historia nos traslada al Irán de la actualidad para conocer a Golsa, una adolescente de 16 años que vive junto a su familia en una localidad próxima a la capital del país, Teherán. Ella y su grupo de amigos roban en una pequeña tienda, más por aburrimiento que por necesidad. Mientras ríen al recordar la fechoría se dan cuenta de que se han dejado una prueba incriminatoria, la cinta de vídeo de la cámara de seguridad. Golsa, ante la presión del grupo, aceptará volver a la tienda y conseguir la cinta de vídeo, pero en lugar de dársela sus amigos la esconderá en un lugar seguro.
Hay muchos apuntes que hacer sobre el papel a la hora de afrontar esta película. Lo primero destacable es la protagonista, una joven adolescente, una joven mujer adolescente en una sociedad como la iraní, eso ya introduce dos capas extra que condicionan gran parte del retrato que realiza la película. Por otra parte tenemos que los jóvenes pertenecen a familias de clase media alta, que han tenido todo lo que quieren y que actúan más por pasar el rato que por otra cosa. Los actos de todos ellos, y en particular los de Golsa, al no querer entregar la cinta y quedársela para ella, traerán consecuencias a muchos niveles, y ese viaje es el que nos propone esta película, un viaje de asunción de responsabilidad, de búsqueda de la propia identidad moral, donde se enfrentan los deberes con los ideales, lo que es mejor con lo que es más cómodo.
En este viaje es clave su protagonista, Negar Moghaddam, que es capaz de sostener secuencias enteras en silencio solo con su mirada, una mirada expresiva y enigmática. Es difícil prever que hará la joven durante la mayor parte de la película, ella no nos deja ver cuales son sus pensamientos, pero allí está, navegando una tormenta que cada poco tiempo le lanza un rayo que casi le acierta.
En fin, un viaje que merece muchísimo la pena con una cuestión de fondo extrapolable perfectamente a la mayoría de las sociedades occidentales y a su juventud.
La segunda película de la tarde era la brasileña PRAÇA PARIS, de la realizadora Lúcia Murat, y que a la postre se convertiría en el premio del público del festival. He de reconocer que decidí no verla en pos de las relaciones sociales, no por falta de ganas, así que salté directamente a la película que más ganas tenía de ver en mi pequeño periplo festivalero.
THE GREAT BUDDHA+ es el primer largo de ficción del realizador taiwanés Huang Hsin-Yao, quien procede del mundo del documental. En realidad hace algunos años Yao grabo un cortometraje con este mismo título, y esta es por así decirlo la versión extendida, de ahí el +, de aquella historia. Esta comedia negra ha ganado casi todo lo que se podía ganar en el circuito asiático de premios, incluyendo 5 Golden Horse, otros tantos premios en el Taipei Film Festival y diversos galardones en Hong Kong o Toronto.
Durante las primeras secuencias de la película conoceremos a Pickle, el cual trabaja como guardia de seguridad nocturno en una fábrica de estatuas de bronce, y es además músico en funerales cuando el tiempo se lo permite. Su única diversión llega por las noches, cuando le visita su mejor amigo, Belly Button, que se gana la vida recogiendo plásticos para el reciclaje. Ambos cenan y revisan el botín de revistas porno encontradas en la jornada mientras ven la televisión. Un día deciden indagar en la cámara de seguridad del coche de su jefe, sin imaginar que están a punto de descubrir un secreto inconfesable.
The Great Buddha+ destaca en primer lugar por su forma. La película está grabada en blanco y negro, dejando el color solo para las imágenes de la cámara de seguridad del coche. Su director, que también nos presentó la película y con el que pudimos charlar al final de la misma, nos decía que a veces las imágenes grabadas son las que definen la realidad, las que se presentan como prueba, las que vemos en los informativos. Dar forma a una imagen es dar forma a la realidad, y a veces esas imágenes pesan más que la propia realidad. Además, en este caso, esas imágenes, grabadas con una cámara que solo apunta al capó de un coche, no muestran demasiado y dejan a la imaginación la mayor parte de su contenido, siendo interpretadas por los que las ven, en este caso este par de personajes desgraciados y sin mucho éxito. Además el director interviene en muchos momentos mediante voz en off, explicando situaciones o dando apuntes a la acción de la película, un recurso heredado de su paso por el documental y que queda muy interesante, a pesar de que abusa un poco del mismo en su parte final.
Fuera de su forma, que aún daría para hablar mucho, su fondo no es menos interesante, destacando esos dos personajes principales, Pickle y Belly Button, al que añadiremos alguno más, como Manzana Dulce, ese hombre que vaga en bicicleta por la ciudad y que es el único amigo de Belly Button. Todos ellos esconden mucho más de lo que parece, y analizar durante la película de donde vienen y como se comportan es algo realmente destacable.
Tampoco quiero enrollarme más con detalles, porque la gracia de las películas es verlas. Aquí encontraréis una dosis de buen cine, curioso en forma e interesante en fondo.
Al día siguiente asistiríamos a las 11 de la mañana a la rueda de prensa donde se anunciaron los ganadores del festival, a falta del premio del público que no se conocería hasta la gala de clausura. Ya os hablamos hace unos días de los premios y el jurado, donde, para nosotros, destacaba la india Leena Yadav, directora de la maravillosa “La estación de las mujeres”, que se pasó en pantalla abierta en el festival y que nosotros pudimos ver en las pasadas Nits de Cinema Oriental. Sea como fuere, tras la rueda de prensa nos adentramos en la sección Perlas del Sur para ver la película de animación irlandesa THE BREADWINNER, traducida como “El pan de la guerra”.
La cinta se sitúa en el periodo más oscuro del régimen talibán en Afganistán y narra la historia de la familia de Parvana, una chica de once años que vive en la capital, Kabul. Durante esos años la represión era brutal, sobre todo hacia las mujeres, y al ser detenido su padre, los miembros de la familia se quedan sin recursos y la joven decide vestirse como un chico para poder trabajar y encontrar la manera de liberarlo.
Con una animación realizada a mano, la película cuenta una desgarradora situación, escalofriante por ser una realidad durante aquella época, que se endulza con hermosura y cierto humor en las partes en que Paravana, para evadir la dura realidad, va contando la antigua historia de un joven héroe que quiere derrotar al malvado dios elefante. Es duro ver la situación de una forma tan cruda y directa, el como el régimen destruyó un país que era abierto e igualitario, en como una generación de jóvenes adoptaron esos ideales totalitarios con vehemencia y cualquier paso en falso podía conducirte a la muerte. La película la definen perfectamente su introducción y su final, donde se viene a decir que esa tierra había sido siempre el centro de luchas, conquistada por innumerables imperios, pero que en ultima instancia, lo mejor de esa tierra son sus gentes. Esta película no dejará indiferente y llegará muy dentro, a mi al menos me llegó.
Tras recuperar fuerzas nos lanzamos a la tarde una cinta costumbrista con toques de comedia proveniente de Argelia y que terminaría llevándose también varios premios en el festival.
UNTIL THE END OF TIME, de la realizadora Yasmine Chouik, nos sitúa en el cementerio de Sidi Boulekbour durante la Ziara, la peregrinación que lleva a los vivos a visitar a sus difuntos. El viejo enterrador Ali se prepara para las jornadas, pero se encuentra con la llegada de la sexagenaria Joher, que visita la tumba de su hermana por primera vez después de haber perdido a su marido. Con la idea de que sus restos sean enterrados junto a los de su hermana, la mujer decide organizar su propio funeral, pidiendo ayuda a Ali. Así Joher conocerá a una serie de personajes que viven en, y del, cementerio, e ira descubriendo cosas de su hermana y como se ganaba la vida, empatizando con ellos y redescubriendose a si misma en esta etapa final de su vida, cosa que también hará Ali, aunque con resultados diferentes.
El amor, la muerte o la vejez, son el eje central de esta historia que trasciende fronteras y peculiaridades culturales para transmitirnos unos valores universales aplicables a cualquiera de nosotros.
Y llegamos así a la recta final de nuestra estancia con una decisión: quedarnos a la gala de clausura y de paso ver la película elegida para cerrar el festival, la coproducción entre Francia, Bélgica y Túnez NORTHERN WIND, o acercarnos a la pantalla instalada junto a la catedral para ver en abierto la coproducción entre Alemania y Kenia SUPA MODO. Finalmente elegimos lo primero, y tras disfrutar de las diferentes presentaciones y la conducción del mago de la décima y poeta improvisador Alexis Díaz, una de las actrices protagonistas de NORTHERN WIND, Abir Bennani, nos presentó la película y agradeció su proyección en nombre del equipo.
“Vent Du Nord”, su título original, trata una situación muy común en el mundo de la globalización actual, la deslocalización de las empresas a países donde los costes son mucho menores. En esta situación se encuentra Hervé, que tras 32 años de trabajo se ve en la calle al cerrar su fábrica de calzado y debe buscarse la vida para sacar adelante a su familia. Casualmente la fábrica termina en Túnez, donde el antiguo puesto de Hervé es ocupado aquí por el joven Foued, que no tiene mucho más a lo que aspirar y realmente va detrás de Karima, que también trabaja en la fábrica.
Viajando, metafóricamente y literalmente, entre Francia y Túnez, iremos viendo, en tono de comedia, las vidas de estos personajes y sus problemáticas, ya sea la de un hombre mayor que debe reciclarse y lidiar con el sistema, o la de un joven en un país en cierta manera pobre, con ganas pero sin posibilidades de futuro. Una historia muy bien realizada y escrita que merece la pena ver.
Y hasta aquí hemos llegado. Un par de días de buen cine, reencuentros con amigos y de poder disfrutar de Granada, una de las ciudades más bonitas de España.
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