Como llevo haciendo casi 12 años, tras finalizar nuestro paso por el Sitges Film Festival, nos toca acercaros nuestra opinión sobre todo lo que hemos podido ver, en lo que cine asiático se refiere, durante el evento. Han sido unas 25 películas en total, que os acercaremos en 8 entregas cortas en el mismo orden en el que pudimos verlas, sin trampa ni cartón. También, a posteriori, haremos alguna entrega extra con películas que se han pasado durante el festival pero que no pudimos ver por diferentes motivos, y que quiero recuperar. Nos esperan unas semanas interesantes de buen, y no tan buen. cine. ¡Empezamos!
La primera película que pudimos ver en el festival fue la última entrega hasta la fecha de una de las franquicias más conocidas del fantástico épico chino. Detective Dee: The Four Heavenly Kings es la continuación directa de la película de 2013 Young Detective Dee: Rise of the Sea Dragon, que también pudimos disfrutar en el festival.
En esta ocasión, y tras los acontecimientos de aquella primera película, Dee recibe una poderosa maza directamente del Emperador, por la confianza que este posee en la astucia del joven detective. Esta maza es poderosa en fuerza y simbolismo y la emperatriz se opone a esta cesión y desatará toda una red de conspiraciones, y mucho más que eso, para arrebatársela.
He de reconocer que la anterior entrega me gustó bastante. A pesar de sus fallos me dejé llevar con una cinta que mejoraba en casi todos sus aspectos a la original de 2010, con un aire mucho más centrado en la aventura, la diversión y la espectacularidad. Aquí Tsui Hark esta algo más inspirado que en las entregas pasadas, ofreciendo un conjunto más solvente en cuanto al equilibrio entre historia y desarrollo visual, dando al conjunto un ritmo que prácticamente no decae. Cualquier aficionado sabrá lo que va a encontrarse aquí, y es que este tipo de cine épico basado en efectos visuales siempre suele tener estructuras muy similares y va más orientado al efectismo que a otra cosa, pero aquí se consigue un gran poder visual, al que se le añade el uso intensivo de magia e “ilusiones”, además de unas coreografías de acción muy solventes.
Quizás fue por ser mi primera película del festival, o por su abultada duración, que salí agotado del cine. Entendedme bien, no se me hizo larga en ningún momento, pero pasan tantas cosas, es capaz de variar de la fantasía de acción al trhiller de investigación en unas cuantas escenas, que al terminar me pareció que había visto más de una película, que había estado incluso más tiempo en el cine. Y eso me gustó, salí bastante satisfecho.
La única pena es que esta película esta pensada por y para el 3D, y verla en 2D no le hace justicia. Ya sus créditos iniciales parecían salirse de la pantalla y asaltar al público, lo cual me hace pensar que su 3D debía haber sido espectacular a niveles estratosféricos. Esto también hacia que algunos efectos visuales, que en 3D estarían bastante bien, en un visionado normal perdieran bastante fuerza. Aún con todo, fue un buen comienzo de festival.
Ya de madrugada finalizábamos nuestro primer día de festival con otra película china, esta vez de corte muy diferente. En Operation Red Sea el director Dante Lam sigue la estela que ya marcara en Operation Mekong, si bien lleva la acción bélica al extremo en una película presentada con motivo del 90 aniversario de la creación del ejercito popular de liberación chino, y considerada la primera película de acción naval moderna del país.
Su guión se inspira en la actuación que tuvieron las fuerzas armadas chinas en el rescate de compatriotas y expatriados durante la Guerra Civil en Yemen en 2015. Así, en su espectacular secuencia de introducción, veremos a un grupo de soldados lidiar con el ataque de unos piratas a un carguero en la costa de Yemen, para luego recibir la orden de intervenir en este conflicto para rescatar civiles atrapados en el fuego cruzado.
Con estas líneas de guión, porque mucho más no tiene detrás, Dante Lam nos ofrece más de dos horas de acción bélica, explosiones, incursiones militares, tomas de cámara imposibles, mutilaciones y propaganda, propaganda a toneladas centrada en la maldad intrínseca de los terroristas y el sacrificio acérrimo del ejercito. Si ya en Operation Mekong los malos eran los carteles de la droga, que mutilaban a civiles para que trabajaran en los campos o usaban a niños soldados, aquí los terroristas usarán bombas acopladas a civiles y toda clase de artimañas de lo más bajo. Pero ahí estarán los chicos de la armada para enfrentase a ellos hasta la muerte.
Esta película destaca en su puro espectáculo, dotando a la acción de una épica como solo Dante Lam sabe hacerlo, si bien el conjunto se me ha quedado muy vacío. Su falta de guión real, y el poco desarrollo o presentación de los personajes (salvo algunas conversaciones aisladas para que les tomes cariño), hace que te importe poco si viven o mueren, viendo una sucesión de escenas bélicas épicas y bien rodadas sin mucho más que la propaganda pro ejercito. En eso Operation Mekong estaba mucho mejor, empalizabas más con los personajes, el escenario cambiaba (no toda la película era una zona de guerra) y el conjunto era más solido.
Quizás la hora influyó, pero me dejo un poco frío a pesar de su acción grandilocuente y espectacular. Pero oye, algo tiene, sino no hubiera sido la seleccionada por Hong Kong para enviar a los Oscars de este año.
La última película de esta primera entrega de nuestra crónica asiática del festival de Sitges es una obra de animación que tenía muchas ganas de ver, y es que no siempre se puede ver una película de animación iraní en pantalla grande, y encima con la calidad que mostraba su tráiler.
En The Last Fiction su director y guionista, Ashkan Rahgozar, adapta de forma libre el relato Zahhak, uno de los cuentos centrales del “Libro de los Reyes”, una de las obras claves del fantástico tradicional iraní. Esta historia comienza con la lucha entre los oscuros Ahriman y el ejercito aliado comandado por el Rey Jamshid, que consigue la victoria gracias a la ayuda del dios Yazdan. Al sentarse en el trono, Jamshid se cree un dios y se obsesiona con la conquista, perdiendo el favor de Yazdan y desapareciendo en una de sus campañas. En el palacio solo queda su hija Shahrzad y el trono recaerá sobre su aliado Mardas, que al fallecer pasará a su hijo Zahhak. Ahora el tirano está asediado por sus demonios y por la profecía de que llegará un joven que lo derrocará.
Esta producción ha tenido un desarrollo de casi 8 años y en ella han participado más de un centenar de animadores, llegando a emplear diferentes técnicas de animación durante algunos momentos del metraje, para dar énfasis a ciertas escenas de locura, combate o nudos dramáticos. The Last Fiction presenta toda la imaginería del folclore iraní y lo trasmite a la pantalla de una forma extraordinaria, creando un conjunto donde no destaca nada por encima del resto, pero que tiene un nivel general magnífico. Pura fantasía épica, con tintes de mil y una noches pero mucho más oscura, una historia de tiranos, revoluciones y demonios, tanto mentales como físicos. Acción y drama en su justa medida.
Y como siempre, no debemos olvidar que está realizada en Irán, y hay que valorar que una industria como aquella, que no destaca por sus producciones animadas, de a luz algo como esto. Por mi estupendo.
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