Jueves, 18 de julio de 2019, Cinema Vigatà de Vic, allí comienza nuestra nueva crónica de todo el cine que pudimos ver en la presente edición del Festival Nits de Cinema Oriental de Vic. Hoy solo tres películas, ya que las relaciones sociales y el divertimento general hicieron que nos perdiéramos el último pase del día en la Bassa, donde pudo verse la japonesa Under One Umbrella. He tenido muy buenas referencias de la película, pero he de decir que yo y el cine japonés contemporáneo tenemos una tensa relación. Intentaré recuperarla, pero hoy centrémonos en lo que si pudimos disfrutar.
Volvemos una vez más a la retrospectiva principal del Festival, dedicada al cine de acción tailandés, para alejarnos -por fin- de los clásicos dudosos del cine local para recuperar la que fue segunda película de la actriz Jeeja Yanin, y la que terminaría de encumbrarla como heroína del cine de acción marcial entre los aficionados.
Raging Phoenix nos propone una premisa curiosa. Una organización criminal secuestra mujeres para un misterioso experimento. Deu es una joven pendenciera que toca en un grupo de música y que termina siendo objetivo de dicha organización, siendo rescatada por unos misteriosos luchadores. Harta de su vida decide encomendarse a desarticular a este grupo de secuestradores.
Con acción, una vez más, de Panna Rittikrai, esta cinta destacó en su momento por su innovador y espectacular estilo de combate, ideado por el coreógrafo para esta película y que combina Muay Thai, Capoeira y baile Break dance. Este estilo, visible sobre todo en los primeros combates de la película de la mano de los compañeros de Yanin, liderados por el conocido Kazu Patrick Tang, es espectacular y desenfadado, y hará las delicias de los aficionados en combates ágiles, acrobáticos y muy musicales. En general el drama está más presente que en Chocolate, que iba más al combate tradicional, existiendo aquí un guión con algunos recovecos -y que parece inspirado en El Perfume-, que nos presenta una serie de combates en su tramo final donde la verosimilitud de las localizaciones queda bastante en entredicho en pos de la acción dura y contundente, mucho menos pura que en otras producciones y con más efectos de cableado.
Sea como fuere, esta es una de las grandes películas de la época dorada de la acción tailandesa, y uno de los grandes papeles, junto a Chocolate, de Jeeja Yanin.
Nuestra primera película de la tarde era una de esas pequeñas joyas que esperábamos con interés, ya que la noche anterior ya habíamos visto a su directora, Li Jingxiang, y a uno de sus protagonistas, Ji Hongyang, sobre el escenario de la Bassa presentándonos su pase.
Spring Sparrow narra una historia tan simple como cotidiana, un grupo de jóvenes que dejan su pueblo en el campo para ir a la gran ciudad a buscarse la vida, comprando fruta y verdura al por mayor para la venta ambulante. La película se sitúa en la década de 1980, cuando la política económica china de Deng Xiaoping provocó el resurgir del gigante asiático tras los oscuros años de la revolución cultural. En aquellos años comenzó el éxodo de lo rural a lo urbano, como única vía de futuro para muchos jóvenes que vivían en el campo. Esta historia es simplemente eso, ese viaje iniciático de unos jóvenes que van a la ciudad, con un fuerte componente autobiográfico, ya que se basa en las vivencias del propio padre de la directora, y la parte rural está grabada la que fue su casa, ahora abandonada desde hace tiempo.
La película básicamente no tiene nada más que el retablo de la vida diaria que nos hace la directora Li, sin más, y ese quizás es su único defecto, ya que para un público que no tenga muy presente el contexto, la cinta puede quedar algo sosa, algo vacía. Al menos esa es mi impresión, si bien su impresionante acabado técnico, realizado como una película de época, con unas localizaciones y caracterizaciones excepcionales, harán que nos dejemos llevar junto a estos jóvenes, que vivamos lo que ellos vivan sin importarnos mucho más que acompañarlos.
Os recomiendo que leáis la entrevista que pudimos hacer tanto a Li como a Ji, ya que nos ofrece una visión muy interesante para valorar aún más esta excepcional primera obra, flamante ganadora del premio del jurado del festival.
Nuestra última película del día, Red Blade, nos trasladó a Japón con unas referencias muy prometedoras, guión de Sion Sono y coreografías de acción de Tak Sakaguchi, esto podía ser algo magistral, y resulto ser una de las peores películas que vimos en el festival.
La cosa comienza con la típica adolescente con la típica familia japonesa poco saludable y que recibe los típicos insultos de sus compañeros de clase. Su vida es un asco y los avatares del destino harán que termine dentro de un libro infantil sobre ninjas, conozca a dos jóvenes y se hagan super amigas ninja, lo cual le dará confianza y positividad. La cosa se tuerce cuando ambos mundos se relacionen, ya que el gran enemigo samurái del libro esta fuera, en el mundo real, como una malvado ejecutivo empresarial.
Poco se salva de la película a no ser que entres en esta especie de juego/broma irónico adolescente de Sion Sono. Que si encuentro mi vida mejor en un libro infantil, que si los tópicos adolescentes mezclados con los del cine de acción venido a menos… creo que poco funciona aquí. Acabado de directo a vídeo -a pesar de no ser directo a vídeo-, clichés estúpidos, desarrollo aburrido y tedioso, solo algunas coreografías en el tramo final merecen algo de atención, pero que vamos, esta es la típica película que hace que me aleje de buena parte del cine underground japonés actual.
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