Mizoguchi nació en Tokio en 1898, poco después de que el invento del cinematógrafo llegara a Japón. Apenas era un niño cuando se enfrentó a los sinsabores de la crueldad y la pobreza. El conflicto bélico que sostenía Japón a nivel internacional provocó una crisis interna y la ruina económica de su padre, un carpintero emprendedor que vio destruidos sus sueños y arruinada su empresa. Todas las biografías insisten en recalcar un hecho determinante para apreciar el compromiso de Mizoguchi por las mujeres y su querencia ideológica siempre al lado de las personas más necesitadas.

La cuestión es que, con el comienzo del siglo XX, viviendo en el popular barrio de Asakusa, el padre de Mizoguchi, empezó a dar síntomas de una enfermiza amargura que se manifestó en una nefasta querencia por el alcohol y comportamientos violentos hacia su mujer. Una deriva fatal que alcanzó su punto más oscuro con la venta de la hermana de Mizoguchi a un establecimiento de geishas.

Feminista en una sociedad que no lo era, e izquierdista en un país que soñaba con conquistas imperiales, Mizoguchi jamás lo tuvo fácil. Nunca renunció a sus señas de identidad e hizo un cine en el que especialmente a partir de los años 30, se hacía perceptible su especial sensibilidad. Un cine de rigor y contención, cine en el que las mujeres con frecuencia ocupan la zona central del escenario y en donde la profundidad de campo se adentra de manera inequívoca en una insufrible desigualdad. Pero lo que más estremece en el cine de Mizoguchi se encuentra en el lado de la enorme calidad humana de sus personajes. Sobrecogen sus criaturas, sus códigos y sus comportamientos, su paso por la vida con una dignidad extraordinaria.

La alta dignidad de la gente ordinaria. Mizoguchi respetó a sus personajes por encima de su status y sus roles. Geishas o emperatrices, cortesanas o señoras, Mizoguchi dibujaba a sus heroínas desde el respeto, la empatía y la complicidad. Supo desde niño, que ser mujer era una dificultad añadida en un mundo cruel e injusto. Y mantuvo siempre, en todas y en cada una de sus películas, una irrenunciable actitud de beligerancia. Con ella retrataba ferozmente los clientes de los burdeles, siempre tambaleantes en su borrachera, siempre misóginos y miserables. La dureza de esa mirada contrastaba con la comprensión hacia sus víctimas.

Hace unos años, el Art House Zinema tuvo un pequeño ciclo con su obra, ahora, 11 películas, muchas de ellas completamente restauradas y en 4K sirven para un reencuentro siempre enriquecedor. Un ciclo con 11 títulos realizados en los últimos años de su vida. En un tiempo difícil cuando el director japonés, sabedor de que una leucemia lo estaba matando lentamente, dirigió con prisa y con sabiduría, lo mejor de su filmografía. Esa que ahora y durante tres meses centra la programación de la Fundación BilbaoArte.

10 Y 13 DE ENERO, 19:00

«LAS HERMANAS DE GION»
Japón, 1936, 67’
Título original: Gion no shimai
Protagonistas: Isuzu Yamada, Yôko Umemura, Benkei Shiganoya, Eitarô Shindô

Las hermanas Omocha y Umekichi son dos geishas que viven en el barrio de Gion, en Kioto. Encarnan dos polos opuestos de la mujer japonesa: mientras Omocha es una chica moderna, Umekichi sigue siendo una tradicional mujer japonesa. Este contraste se agudiza cuando el negocio del mercader Furusawa, su protector y cliente habitual, quiebra.

Las hermanas Omocha y Umekichi, ambas geishas, viven en el barrio de Gion, en la ciudad de Kioto. En más de un sentido, representan los polos opuestos de la mujer japonesa: mientras Omocha es una chica moderna y rebelde, Umekichi sigue siendo tradicional y sumisa. El contraste se agudiza cuando el local del mercader Furusawa, su protector y cliente habitual, quiebra y Omocha comienza a tomar decisiones temerarias que tendrán consecuencias terribles para ambas. Las hermanas de Gion es una fuerte acusación social del tratamiento de la mujer japonesa y el propio Mizoguchi la consideraba su primera obra realmente seria.

17 Y 20 DE ENERO, 18:30

«HISTORIA DEL ÚLTIMO CRISANTEMO»
Japón, 1939, 143’
Título original: Zangiku monogatari
Protagonistas: Shotaro Hanayagi, Kakuko Mori, Kôkichi Takada, Yôko Umemura

Año 1888, Tokio. Kikunosuke es hijo adoptivo de Kikugoro, prestigioso actor del teatro Kabuki durante la era Meiji. Por desgracia, el hijo no tiene las mismas virtudes del padre, lo que provoca el rechazo y la mofa de toda la compañía. La joven y humilde criada Otoku es la única persona que parece preocuparse por Kikunosuke, a quien anima para convertirse en digno sucesor del respetable nombre de Kikugoro en los escenarios. Lejos de la hipocresía general con la que es tratado, Otoku muestra toda su sinceridad hacia él. El cariño y afecto que le transmite acaban despertando el amor en Kikunosuke y la conquista de su autoestima.

Primera parte de la trilogía sobre el teatro y sus gentes durante el periodo Meiji, realizada entre 1939 y 1941 por Kenji Mizoguchi, y de la cual tan sólo se conserva ésta. «Historia del último crisantemo» es una de las películas favoritas del gran realizador japonés, que pudo llevar a cabo con total libertad creativa. Un film excepcional, una obra maestra que supone un sincero homenaje al mundo del teatro. Como una forma de sortear la censura militar durante los años de la Segunda Guerra Mundial, Mizoguchi se refugió en la historia de un actor de teatro kabuki del siglo XIX, que sólo alcanza a perfeccionar su arte gracias a la ayuda de una criada, dispuesta a sacrificar todo por él. La belleza y sofisticación formal del film le han valido comparaciones con el cine de Josef von Sternberg. “Uno de los diez films más importantes de la historia del cine japonés” (Jonathan Rosenbaum)

23 DE ENERO, 19:00: 1º PARTE
24 DE ENERO, 19:00: 2º PARTE
27 DE ENERO, 17:00: PELÍCULA COMPLETA

«LOS LEALES 47 RONIN»
Japón, 1941, 241’
Título original: Genroku Chûshingura
Protagonistas: Yoshizaburo Arashi, Utaemon Ichikawa, Chojuro Kawarasaki, Tokusaburo Arashi

En el año 1701, en la capital real de Edo, el señor feudal Asano ataca al señor Kiru mientras se encuentra en tierra sagrada. Como consecuencia de esa grave ofensa, Asano es obligado a llevar a cabo el ritual del seppuku. Sin embargo, 47 de los samuráis más leales juran vengar a su amo por lo que consideran una traición encubierta. Basada en una de las leyendas niponas más famosas de toda la historia y con su exaltación de los valores tradicionales del honor y la entrega, esta producción de envergadura realizada en dos partes formó parte indirecta del esfuerzo bélico. Mizoguchi fue mucho más allá de ese origen “por encargo” y entregó una de las películas más vitales y profundas de su período intermedio.

La leyenda de los 47 ronin de la era Tokugawa, basada en hechos reales ocurridos a comienzos del siglo XVIII, forma parte del folklore japonés y ha sido retomada por la literatura, el teatro y el cine de ese país en decenas de ocasiones, aunque pocas veces con este nivel de tensión narrativa y profundidad psicológica. En la segunda parte, luego de idas y venidas y una espera de más de un año, los 47 sirvientes del suicidado señor, transformados en orgullosos ronin, llevan a cabo una sangrienta venganza contra Kira, con la guía y liderazgo de Oishi, uno de los principales consejeros de Asano. comparaciones con el cine de Josef von Sternberg. “Uno de los diez films más importantes de la historia del cine japonés” (Jonathan Rosenbaum)

31 DE ENERO, 19:00:

«LA SEÑORITA OYU»
Japón, 1951, 94’
Título original: Oyu-sama
Protagonistas: Kinuyo Tanaka, Nobuko Otowa, Yuji Hori, Kiyoko Hirai

Shinnosuke acepta casarse con Shizu con tal de poder estar cerca de su hermana Oyu, viuda y madre de un hijo. Las costumbres japonesas prohíben que Oyu se case porque su deber es educar a su hijo para que llegue a ser el jefe de la familia de su marido. Entre los tres se creará un extraño vínculo. “Como ocurre frecuentemente en el cine de Mizoguchi, la coda de este film convence y conecta al espectador con lo ya visto, mostrando la tragedia de la condición humana a través de imágenes extraordinariamente expresivas”.

Como ya es habitual en el director, Mizoguchi hace gala de una puesta en escena ejemplar para describir con imágenes las complejas y cambiantes relaciones que se establecen entre los tres personajes, recurriendo la mayor parte de las veces al uso de elaborados movimientos de cámara en combinación de travelling y panorámica. Esto es evidente por ejemplo en la secuencia tras la boda de Shizu y Shinnosuke, en la que encontramos a los tres personajes rezando en el templo: partiendo de un primer plano de Shinnosuke, la cámara retrocede hasta un plano medio del matrimonio para, siguiendo el movimiento de Shizu que se levanta y se sienta junto a Oyu, acabar encuadrando a los tres personajes (Shinnosuke a la izquierda, Oyu a la derecha y Shizu, entre los dos), en una explícita imagen de la situación planteada.

7 DE FEBRERO, 19:00:

«LOS MÚSICOS DE GION»
Japón, 1953, 85’
Título original: Gion bayashi
Protagonistas: Michiko Kogure, Ayako Wakao, Seizaburo Kawazu, Saburo Date

La película se centra en dos jóvenes Geishas, Miyoharu (Michiyo Kogure) y su aprendiz Eiko (Ayako Wakao). Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, la actitud social hacia las mujeres empieza a cambiar en Japón,llevando a la joven Eiko a preguntarse si realmente quiere o no convertirse en una Geisha, una posición que siente que la rebaja en la escala social.

Realizado en uno de los períodos de apogeo de Mizoguchi, este melodrama -uno de los menos conocidos de su autor, también llamado Una geisha– gira alrededor de una adolescente del barrio “rojo” de Kioto, protegida de una geisha veterana, que la impulsa a rebelarse contra el rígido orden social que las oprime. “No sólo una de las obras maestras de Mizoguchi, sino también uno de los trabajos más perfectos de las artes visuales del siglo XX” (Penelope Gilliat en The New Yorker). Los músicos de Gion es también conocida con el título alternativo Una geisha.

14 DE FEBRERO, 19:00:

«CUENTOS DE LA LUNA PÁLIDA»
Japón, 1953, 96’
Título original: Ugetsu monogatari
Protagonistas: Machiko Kyo, Masayuki Mori, Kinuyo Tanaka, Mitsuko Mito

Genjurô y Miyagi son dos aldeanos sin fortuna que viven a la orilla del lago Biwa, de la provincia de Omi, durante el Japón feudal del siglo XVI, afectado por las guerras civiles. Uno trabaja de alfarero y sueña con hacerse rico, y el otro aspira a ser un samurái reconocido.

Basado libremente en un par de clásicos relatos fantásticos tradicionales y en un cuento de Guy de Maupassant –y considerado por Eric Rohmer, entre otros, como uno de los films más bellos en la historia del cine japonés–, Ugetsu es una fábula sobre los peligros de la vanidad y la ambición. “Como ocurre en Rashomon, el punto de partida es un período de guerra intestina y la aventura de un puñado de individuos en medio de la violencia y la convulsión, pero combinando los elementos del más puro folclore con la realidad. En esta extraña y hermosa obra los fantasmas –los amistosos y los vengativos–, las señales mágicas y los rituales, coexisten con el mundo visible” (Gavin Lambert).

21 DE FEBRERO, 19:00:

«LOS AMANTES CRUCIFICADOS»
Japón, 1954, 102’
Título original: Chikamatsu monogatari
Protagonistas: Kazuo Hasegawa, Kyoko Kagawa, Yoko Minamida, Eitaro Shindo

Osan (Kyoko Kagawa) vive en Kioto junto a su esposo Ishun (Eitaro Shindo), un hombre considerablemente rico y mayor que ella. Ishun es tremendamente tacaño y se niega a prestar ayuda económica a la familia de su esposa, por lo que ésta recurre a Mohei (Kazuo Hasegawa), un fiel empleado que desfalcará dinero de su señor para ayudarla, pues secretamente la ama.
Cuando Mohei es traicionado por un compañero y se descubre su robo, es aislado y encerrado fuera de la mansión. Osan, que se siente culpable, decide ayudarle.

La crítica japonesa considera a éste uno de los mejores films de Mizoguchi, quien se basó en una famosa obra teatral de Chikamatsu (el Shakespeare japonés) para narrar la historia de un amor condenado. En Kioto, hacia 1683, la mujer de un comerciante se enamora de su sirviente. La pareja ilícita es perseguida, pero no tanto por la infidelidad de la mujer, sino porque los comerciantes rivales de su marido se proponen destruirlo sacrificando a su esposa. «Ningún cineasta supo filmar tan bien el dinero como verdadero tejido de las relaciones humanas». (Emmanuel Burdeau en Cahiers du Cinéma).

28 DE FEBRERO, 19:00:

«LA MUJER CRUCIFICADA»
Japón, 1954, 83’
Título original: Uwasa no onna
Protagonistas: Kinuyo Tanaka, Tomoemon Otami, Yoshiko Kuga, Eitarô Shindô

Yukiko (Yoshiko Kuga) es una estudiante de música que ha tratado de suicidarse tras un desengaño amoroso. Su madre, Hatsuko (Kinuyo Tanaka), regenta una casa de geishas, hecho que Yukiko desaprueba. Pese a ello, la joven accede a volver con su madre, que le pide al doctor Matoba (Tomoemon Otami) -con quien mantiene una relación- que cuide de ella. El conflicto entre madre e hija se incrementará al surgir el amor entre Yukiko y el joven médico.

Aunque la historia se centrará en el triángulo amoroso y adquirirá el carácter de un melodrama clásico, el contexto de los protagonistas jugará también un papel principal en la obra, y ocupará los pensamientos y las reflexiones de Yukiko, quien en un principio rechazará a las geishas pero que poco a poco se dará cuenta de sus sufridas circunstancias. En este sentido, y empleando a la protagonista, Mizoguchi y los guionistas de la película -Yoshikata Yoda y Masashige Narusawa- reflexionarán acerca de los motivos que llevan a una mujer a ejercer tan dura profesión y sobre la imposibilidad de salir de ella.

La mujer crucificada es un melodrama bastante común, aunque la sobria y elegante narración de Mizoguchi la convierte en una pieza más que apreciable. También destacan sobre el conjunto las tres interpretaciones principales, especialmente la de Kinuyo Tanaka, uno de los grandes iconos de la cinematografía japonesa.

6 DE MARZO, 19:00:

«EL INTENDENTE SANSHO»
Japón, 1954, 123’
Título original: Sanshô dayû
Protagonistas: Kinuyo Tanaka, Yoshiaki Hanayaki, Kyôko Kagawa, Eitarô Shindô

Tamaki (Kinuyo Tanaka) viaja a través del Japón con sus dos hijos, Zushiô (Yoshiaki Hanayagi) y Anju (Kyôko Kagawa). Regresan a su pueblo natal tras muchos años, y recuerdan el momento en el que tuvieron que partir: su padre, gobernador del pueblo, cayó en desgracia por su trato justo hacia los campesinos. Durante ese ca­ mino van recordando las enseñanzas de su padre: los hombres son iguales y hay que apiadarse hasta de los enemigos. Una noche, se alojan en casa de una sacerdotisa, que ayuda a unos bandidos a raptar a los niños. Tamaki será vendida como prostituta, mientras los niños pasan a ser propiedad de Sansho, un cruel y miserable gobernador.

Otra de las obras maestras incontestables en la filmografía de Mizoguchi, El intendente Sansho está “basada en una vieja leyenda budista y reflexiona sobre temas como la esclavitud y la opresión del hombre por el hombre a partir de la historia de una madre separada de sus dos pequeños hijos. Mientras que la mujer es vendida y obligada a prostituirse en una lejana isla, sus hijos son sometidos al trabajo esclavo desde muy temprana edad. Como en otras películas de Mizoguchi se sufre. Y mucho, particularmente si se lleva nombre y ropa de mujer, y aquí el tono se acerca por momentos al de una tragedia clásica. La interpretación de Kinuyo Tanaka es poco menos que sublime y la película incluye al menos tres secuencias de antología, entre ellas el final, uno de los más bellos, devastadores y emocionantes en la historia del cine” (Diego Brodersen, Página/12).

13 DE MARZO, 19:00:

«LA EMPERATRIZ YANG KWEI-FEI»
Japón, 1955, 98’
Título original: Yôkihi
Protagonistas: Machiko Kyô, Masayuki Mori, Sô Yamamura, Eitarô Shindô

En la China del s.VIII, el Emperador está llorando la muerte de su mujer. La familia Yang quiere dar al Emperador un consorte para consolidar su influencia en la corte. El general An Lushan halla trabajando en su cocina a un familiar lejano del Emperador, e intenta emparejarla con él. El Emperador se enamora y la con­ vierte en la princesa Yang Kwei­fei. Los Yang se convierten en importantes ministros, pero An Lushan no recibe ninguna clase de reconocimiento por su labor. El abuso de los ministros es tan alto que una revuelta popular sucede en su contra, promovida por An Lushan.

Primer film del cineasta en color y de una belleza visual sobrecogedora, La princesa Yang Kwei Fei se basa en un poema chino del siglo VIII. Tiene, en la historia de amor entre un emperador y una plebeya, el aire de una leyenda (…) Lo notable es que, llevando su sistema a un grado culminante, Mizoguchi contrapone los elementos de ‘la novela del corazón’ con la más brutal guerra de clanes, intereses palaciegos y miseria de los poderosos. El resultado logra ser, así, una sublime historia de amor y, al mismo tiempo, una visión terminal del poder político, en la que ambas líneas se aniquilan mutuamente” (Horacio Bernades, Página/12). La película fue rodada en Hong Kong en los famosos estudios Shaw Brothers.

20 DE MARZO, 19:00:

«LA CALLE DE LA VERGÜENZA»
Japón, 1956, 85’
Título original: Akasen chitai
Protagonistas: Machiko Kyô, Ayako Wakao, Michiyo Kogure, Aiko Mimasu

«El País de los sueños», un burdel situado en un barrio de Tokio, atraviesa una difícil situación, ya que el Parlamento está a punto de aprobar una ley que prohíbe la prostitución. Retrato de la vida cotidiana de diversas prostitutas: aquellas a las que las circunstancias obligaron a comerciar con su cuerpo, pero también aquellas otras que intentan abandonar ese medio de vida

En su última película, Mizoguchi realiza un sutil pero potente retrato de la vida cotidiana de diversas prostitutas, mujeres a las que las circunstancias obligaron a comerciar con su cuerpo, algunas de las cuales intentan sin éxito abandonar ese medio de vida. “La siniestra música electrónica regresa a la banda de sonido sobre el final, logrando un efecto de fatalidad circular. Mizoguchi parece estar convencido de que a la tragedia de una mujer le seguirá inevitablemente la de otra” (Keiko I. McDonald).

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