Dentro de la -escasa- programación asiática presente en el Sitges Film Festival este año, destacaba sin duda una cosa, 3 películas de terror indonesias dirigidas por 3 de los directores locales más interesantes dentro del género, o al menos que más conocemos en occidente, Joko Anwar, Kimo Stamboel y Timo Tjahjanto, estos dos últimos conocidos en sus inicios como los Mo Brothers y que ya trajeron por Sitges cintas como Macabre (2009), Killers (2014) o la imprescindible Headshot (2018). Realmente los tres son viejos amigos del festival, aún recuerdo con mucho cariño ese pase de la excepcional Modus Anomali en 2012 y el posterior encuentro en un bar cercano al Retiro con Joko Anwar, todo un personaje. O el adrenalínico pase de Night Come For Us de Timo Tjahjanto hace un par de años. Sea como fuere, el terror indonesio ha sido uno de los protagonistas de esta edición y no podíamos hacer otra cosa que dedicarle una de nuestras crónicas “en paralelo” a repasar estos tres títulos.
El primero de ellos, y el que personalmente más ganas tenía de ver, era el regreso de Joko Anwar a sus fueros festivaleros. Y es que como ya comentaba, Modus Anomali me pareció soberbia y el director ha demostrado que trabaja de manera estupenda la sorpresa y el ritmo, cosa que aquí no iba faltar.
Impetigore comienza con una de esas escenas que se te quedan grabadas, un punch inicial a modo de sorpresa que te hace entrar de lleno en la propuestas más allá de su desarrollo posterior. El guión, firmado por el propio Anwar, nos presenta a dos amigas que trabajan en el peaje de una autopista por la que circula más bien poca gente. Cada una está en su garita y hablan por teléfono de sus cosas hasta que una de ellas le comenta que lleva días viendo pasar a un hombre que se la queda mirando fijamente y esto la asusta mucho… efectivamente, durante la conversación aparecerá ese coche con ese hombre… -Y no comentaré más para que lo vean-. La cosa es que tras esta primera escena ha pasado algún tiempo, las chicas han dejado el peaje y montado una ruinosa tienda de ropa en el mercado local. Por azares del destino una de ellas decide ir a su pueblo natal -aislado en medio de la selva y que no gusta de visitantes- en busca del destino de sus padres, ya que la crió su tía y esta no le había contado nada de ellos, y de paso, quizás, reclamar la hacienda familiar para solventar sus problemas económicos.
Lo interesante de la propuesta de Joko Anwar es que no se ciñe a un terror especialmente estándar, sino que construye una primera parte calma e inquietante, tirando del terror cotidiano de los planos abiertos y los pasillos oscuros, para ir introduciéndonos en un folk horror con una atmósfera muy cuidada y, a partir de su segunda mitad, un ritmo acelerado y trepidante que no nos dará un respiro. Y es que pasan muchas cosas en esta segunda mitad, giros, descubrimientos y revelaciones con antiguas maldiciones y un interesante acercamiento el mundo de las marionetas tradicionales de la isla de Java -atentos además a su escena final-. Casi todo esta bien hecho en esta película, que me parece la mejor de las tres propuestas que estamos tratando en estas líneas.
No pude ver May Devil Take You en Sitges hace un par de años ya que solo estaba en una de esas maratones nocturnas difíciles de cuadrar sin sacrificar buena parte del día siguiente -siempre hay que elegir en este festival, y eso que Timo Tjahjanto me parece apuesta segura-, pero por suerte pude recuperarla a través de plataformas y para mi fue toda una sorpresa. El hecho de no recordar el tráiler y no haber leído mucho sobre ella me hacia pensar que sería una de estas de terror sobrenatural con casa encantada, pero encontrarme una de posesiones demoníacas, ritos oscuros y una mezcla muy chula de terror, gore y locura me dejó encantado. Evidentemente May Devil Take You Too vuelve sobre la misma fórmula.
La cosa es que aquí nos encontramos al personaje de Chelsea Islan -y la niña que la acompañaba- algún tiempo después de los acontecimientos de la primera parte. Las pesadillas aún les atormentan y resulta que un grupo de jóvenes las secuestra y las lleva a un orfanato abandonado donde los secuestradores se criaron. La cosa es que estos no parecen ser mala gente, y quieren aprovechar la experiencia de las chicas con los demonios y espíritus para librarse de una maldición que les aflige.
A partir de aquí imaginen, un no parar de apariciones, pesadillas, demonios y muertes, con un estilo desenfrenado y super festivalero, que no da tregua alguna y donde, quizás, se tira menos del terror sobrio -que si que se usaba en la anterior entrega- y se sublima el festival de posesiones y encuentros con el diablo. Trepidante y divertida, pero nada original, deja claro sus referentes, con toneladas del Sam Raimi de Evil Dead o El Ejercito de las Tinieblas -“libro maldito” incluido, que sería del cine de posesiones sin los libros malditos-, y referencias a otros clásicos del cine de terror. Y si disfrutan, como yo, este tipo de mezclas atentos a esa relación de la protagonista con el Demonio -así, en mayúscula-, que dará juego en próximas entregas -que espero vean la luz, claro que sí-.
Terminamos este pequeño repaso con la segunda mitad de los Mo Brothers, Kimo Stamboel, quién dirige The Queen of Black Magic, que a la postre sería la ganadora de la sección Midnight X-Treme, una reinterpretación de un clásico del terror indonesio -del mismo título- de 1983, cuyo guión firma Joko Anwar.
En The Queen of Black Magic volvemos a un orfanato, a donde regresan un grupo de personajes y sus respectivas familias, ya que el dueño que los ayudó de pequeños esta muy enfermo. No pasará demasiado tiempo para que nos demos cuenta de las relaciones que tienen estos personajes entre ellos, sus miedos y obsesiones, y de que no todo parece normal en este lugar ni en su pasado.
Anwar construye un guión similar en estructura al de Impetigore, con una primera parte calma, dedicada a que conozcamos y empaticemos con los personajes, para ir desvelando poco a poco sus cartas de terror y magia negra, intentando jugar con nuestras expectativas y miedos. Quizás es esto lo que la hace especial, jugar con nuestros miedos, ya que la película tira no solo de un terror un poco más tradicional, sino que convierte las obsesiones más básicas en pesadillas, tanto para los personajes como para el público, recurriendo a elementos como toneladas de insectos, tan explotado como efectivo en estas lindes. Esta ambientación de pesadilla es su punto más interesante, junto al hecho de que la película ni siquiera tiene como protagonista a la reina que le da nombre, sino que nos muestra los martirios a los que son sometidos el resto de personajes, mientras se nos desvela la verdad sobre lo que allí aconteció hace tiempo.
Cinta muy diferente a la original, que se centraba en la joven protagonista y sus sufrimientos mientras se relacionaba con los antiguos ritos, tiene un gran equilibro entre terror, pesadilla y ambiente escalofriante, aunque en su tramo final algunos personajes, y sus tramas, se diluyan para centrarse en los “protagonistas” principales -que si, se ve más o menos claro quienes son desde el principio-.
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