A estas alturas decir que estamos ante un año atípico parece ya redundante. Vivimos días extraños de pandemia, contagios y restricciones, pero la cultura, en este caso la cinéfila, está demostrando seguridad, que puede sobreponerse a la situación y ofrecer alternativas seguras e interesantes propuestas. Hace unas semanas se celebraba el Festival de Cine de San Sebastián con gran éxito, antes lo había hecho Venecia. Actualmente se celebra nuestro festival fetiche por excelencia, el Sitges Film Festival y, para inmensa tristeza de mi corazón, no he podido superar lo que la pandemia nos ha traído y me ha sido imposible asistir in situ al que es mi evento favorito, no tanto por la cinefília, sino en lo personal. Aunque hemos podido acreditarnos online y disfrutar de una pequeña muestra festivalera, que os iremos narrando en próximas crónicas “en paralelo”, también tenemos la suerte de contar con un enviado in situ de lo más especial, el buen amigo y mejor profesional David Garrido Bazán, ex-director de la Filmoteca de Extremadura y programador del Festival de cine Inédito de Mérida. David nos irá narrando lo más asiático de la programación de este Sitges y alguna cosita más en sus crónicas del evento, que comienzan hoy mismo con la animada Hello World y el thriller Spiritwalker.

HELLO WORLD
Haro Warudo, Tomohiko Itô, 2019, Japón – ANIMA’T

Nuestra primera incursión en la sección de animación de esta edición de Sitges vino de la mano de Tomohiko ito, antiguo ayudante de Mamoru Hosoda y su Hello World, segunda incursión en el largometraje tras una amplia trayectoria en diversas series y miniseries como Another World, Erased, Sword Art Online, Silver Spoon y por supuesto Occult Academy. Hello World nos sitúa en el año 2027 donde un joven enamorado de los libros, tímido y sin muchas habilidades sociales llamado Naomi Katagaki pelea como cualquier otro adolescente contra su falta de decisión y su deseo de tener novia. Su habitual mala suerte cambia de repente cuando recibe la visita de su yo del futuro, un avatar que solo él puede ver y que se ofrece a ayudarle en su empeño a cambio de salvar de un accidente a la que será su futura novia, una chica algo arisca pero mucho más resuelta a la que su pasión común por los libros y una serie de acontecimientos dirigidos en parte por el visitante y un extraño cuervo que le acompaña, la acabará uniendo.

La trama se complica por una idea bastante interesante que Ito va desarrollando y es la creación de una suerte de sistema digital de almacenamiento de información que recrea una realidad virtual basándose en lo real – un mundo a lo Matrix, para entendernos – que puede verse afectado por las decisiones que los dos Katagaki toman en el presente ya que pueden cambiar el futuro, razón por la cual el sistema tratará de rebelarse ante esos posibles cambios y enviará a una especie de sistema de mantenimiento que tratará de poner las cosas cada vez más difíciles a nuestros protagonistas, cuyo dominio de la realidad virtual para recrear objetos, metales y herramientas en el pasado les permite asimismo enfrentarse a ellos con solvencia.

Hello World es en el fondo una de esas películas de consumo adolescente con una trama central que gira alrededor de la historia de amor de la pareja protagonista, pero dándole un toque de ciencia ficción, fantasía y género que por supuesto nos remite al gran referente en este campo que no es otro que el gran Makoto Shinkai. Por supuesto, Hello World no está al altura de las propuestas de Shinkai especialmente en lo que a la intensidad emocional se refiere pero sí cuenta con una animación bastante fluida, imaginativa y creativa con la que defender su propuesta incluso cuando se vuelve un poco loca en su parte final con las sucesivas subtramas de diversas realidades virtuales y viajes temporales que afectan al destino de sus protagonistas. No inventa nada que no hayamos visto antes – de hecho si acaso lo que aporta es el complicar de forma un tanto innecesaria la trama con sus referentes de género fantástico – y resulta razonablemente entretenida, incluso más divertida cuanto más loca se vuelve y empieza a desbarrar con las formas que el sistema se inventa para protegerse creando monstruos y retorciendo la realidad a su antojo, pero también puede resultar un tanto fatigosa para el espectador no demasiado acostumbrado a este tipo de anime.

Los amantes del género encontrarán las habituales recompensas que ofrece: colores vivos, animación fluida y bien perfilada, comedia de enredo adolescente, chistes fáciles y su dosis de acción y género, con el destino final del triunfo del amor como objetivo. Para este cronista, sin embargo, y sé que seguramente estaré siendo muy injusto a la hora de valorar la película de Tomohiko Ito por sus referentes más obvios, Hello World se le queda algo corta en sus dos vertientes: ni conmueve a la altura de las películas de Shinkai ni resulta tan imaginativa como digamos alguna de las obras del propio Mamoru Hosoda del que fue ayudante como película que mezcle acción y ciencia ficción. Pero es entretenida, tiene una trama que no carece de interés y se deja ver en todo momento con cierto agrado. Tampoco habría que pedirle mucho más, las cosas como son.

SPIRITWALKER
Yoon Jae-geun, Corea del Sur, 2020 – PANORAMA FANTASTIC

El arranque de Spiritwalker es estupendo: un accidente, un hombre herido y un vagabundo que se aleja del lugar del mismo tras avisar a una ambulancia para que venga a ocuparse de él. Una vez en el Hospital descubrimos que el hombre en cuestión no solo no recuerda quien es, victima al parecer de una amnesia temporal, sino que a la extrañeza de no reconocer su rostro en el espejo suma la desconcertante sensación de que cada doce horas parece cambiar de nuevo de aspecto, como si fuera poseyendo otros cuerpos que no son el suyo, pero, y esto es lo interesante, sin seguir teniendo ni la más remota idea de quien es ni en qué trama está metido, porque lo que está claro es que hay quien le busca y no tiene pinta de ser precisamente por muy buenos motivos. Se inicia así una suerte de mezcla entre gymkana y puzzle de muchísimas piezas en la que el protagonista irá poco a poco descubriendo, al mismo tiempo que el espectador, las claves de lo que está pasando, los acontecimientos que le han llevado a esa situación y además quienes son todos esos personajes en cuyos cuerpos va saltando cada doce horas y qué relación tienen con él y entre sí.

Spiritwalker es y no es al mismo tiempo un thriller tradicional surcoreano de los que estamos acostumbrados a ver cada año en Sitges y que siempre nos sorprenden por su excepcional acabado y por la cantidad de ideas ingeniosas bien ejecutadas que tienen la inconfundible marca de calidad de un buen producto comercial. La segunda película de Yoon Jae-geun tras Heartbeat (2011) posee un componente fantástico – el de que el protagonista amnésico vaya saltando de cuerpo en cuerpo sin saber siquiera quien es – que le da un enorme juego y que realizador y guionistas saben manejar con extraordinaria habilidad en un arranque que engancha al espectador y no lo suelta en ningún momento. La premisa no solo le permite escapar de algunas convenciones que hacen de los thriller coreanos a veces un rutinario ejercicio de repetición, sino que le permite jugar con algunos elementos cómicos – todo lo que sucede con el vagabundo, pieza clave para empezar a investigar al que visita en distintos momento y con distintos cuerpos físicos es francamente divertido – sino que también le permite aplazar ese inevitable momento en el que la película pasará de convertirse de una obra de intriga a un actioner más convencional.

Es interesante como el director se apropia de algunos referentes sumamente familiares – El Caso Bourne y la forma en la que el protagonista va descubriendo algunas habilidades que posee de las que no es consciente hasta que las utiliza es el más obvio pero no el único – y lo convierte en gozosas coreografías de acción tanto de lucha física como de persecución automovilística o puro tiroteo según la trama va avanzando. Aunque no resulta especialmente confusa ni difícil de seguir, es verdad que la forma en la que se representa la búsqueda de sí mismo por parte del protagonista tiene su gracia – el actor es siempre el mismo no importa cual sea el cuerpo que posea, que el espectador solo verá en su forma real reflejado en espejos cristales o a través de los ojos de un tercero – y resulta sumamente eficaz para que el espectador no se pierda en ningún momento.

Si, también es verdad que una vez que se van desvelando las cartas, que el espectador le coge el truco al mecanismo narrativo y que el rompecabezas se va resolviendo la verdad es que Spiritwalker pierde parte de su atractivo y aunque sigue siendo un thriller de muy buena factura y toda la parte de acción de su tercio final está muy bien rodada, se echa de menos un punto más de atrevimiento que hubiera llevado la premisa hasta sus últimas consecuencias – piensen por ejemplo en qué único personaje de la película no “entra” el protagonista poseyendo su cuerpo y cuando respondan a esa pregunta imaginen las implicaciones que esa decisión podría haber tenido – y acabara de redondear una propuesta que no obstante resulta de lo más disfrutable y entretenida. Conviene seguirle la pista a este Yoon Jae-geun. Esperemos que su próxima película no tarde otros nueve años en llegar. Por cierto, Spiritwalker se va a estrenar en cines comerciales en España, es de suponer que en algún momento del 2021…

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