Ser autor de más de un centenar de películas es una característica especial de la que pocos cineastas aún en activo pueden presumir. Tal magnitud fue, sin duda, característica de los sistemas de producción “en masa” de películas de bajo presupuesto, o del cine de dirección rápida para un público de consumo. Autor de una filmografía cuya dimensión lo acercaría al más prolífico de los creadores de series B de Hollywood, Im Kwon-taek pudo, por sí solo, condensar las cualidades de un cine nacional que surgiría a finales de los años cincuenta, producto de una industria que sirve tanto al entretenimiento popular como a la propaganda, y autor de una obra no solo personal, sino un reflejo reflexivo del mundo que la engendró.
Im Kwon-taek nació el 2 de mayo de 1936 en Changsong. Después de una infancia y juventud difíciles, marcadas por la guerra y sus nefastas consecuencias, acabo asentándose en Seúl en 1956, donde intentó iniciar un negocio reciclando las botas del ejército estadounidense. Poco después se adentra en el mundo cinematográfico, convirtiéndose en uno de los múltiples aspirantes a asistentes de dirección y trabajando junto a Chung Chang-hwa, director y guionista con una interesante carrera muy relacionada con el cine Hongkonés. Suyas son películas tan conocidas como King Boxer (Five Fingers of Death, 1972) o Broken Oath (1977). Según el propio Kwon-taek su única motivación en aquella época era ganarse la vida, pero en 1962 dirigió su primera película Farewell to the Duman River (두만강아 잘 있거라), un drama acerca de universitarios coreanos que parten para combatir a los japoneses en Manchuria.
Hasta finales de la década de 1970 Im Kwon-taek realiza sus películas a un ritmo frenético, acumulando una cantidad ingente de producciones de género de bajo presupuesto. La industria cinematográfica coreana se definía entonces por un sistema proteccionista, que subordinó la importación de cine extranjero a la fabricación y distribución de producciones locales. Eran días de películas baratas dirigidas a un público aficionado al cine popular. El director participa en este frenesí encadenando westerns en Manchuria: Eagle of Wild Field (임권택, 1969), One-eyed Park (임권택, 1970) y The Big Chase (임권택, 1973); dramas de época: For My Husband (임권택, 1963); películas de espadachines: The Night of Full Moon (임권택, 1969) y A Sword Under the Moon (임권택, 1969); dramas femeninos: A Second Mother (임권택, 1971); películas de gángsters: Cruel History of Myeong Dong (변장호,최인현,임권택, 1972), y bélicas y anti-comunistas: Does the Nak-Dong River Flow? (임권택, 1976).
En esta primera parte de su carrera, Im Kwon-taek se sumergió en todo lo que popularizó el cine coreano antes de que una nueva generación de cineastas, a menudo formados por el activismo contra el régimen autoritario, regeneraran su producción. Así es como el director puede encarnar tanto la vitalidad de una cinematografía que se renovó a mediados de la década de 1990, debido a que las transformaciones del sistema cinematográfico y político surcoreano finalmente permitieron que firmara obras personales desvinculadas de las prescripciones de género y la producción en masa, como una cierta tradición de las décadas anteriores.
El director permaneció “oculto” durante muchos años hasta que entre 1978 y 1981, a partir de su cinta The Family Pedigree (임권택, 1978), “empecé a encontrar mi propia voz”, declararía en diversas entrevistas. Unos años después esta tendencia quedó clara ante la crítica coreana con la película Mandara (임권택, 1981), “mi primer éxito como un director serio”.
A partir de este momento su cine se definiría por una relación cada vez más estrecha con lo específicamente coreano; como parte de una exploración personal y la conciencia de que era la única manera de construir una identidad propia de su cinematografía. Lo que está en el corazón de la obra de Im Kwon-taek es, sin duda, la compleja relación entre la historia concreta y su representación imaginaria, entre el cuerpo y el alma nacional, se podría decir. Daughter of Fire (임권택, 1983) evoca el obstinado poder del chamanismo, Mandara (임권택, 1981) y Aje Aje Bara Aje (임권택, 1989) abordan el peso del budismo en el pensamiento coreano. El feudalismo es lo que determina historias como Prince Yeon-san’s Life (임권택, 1987), The Surrogate Woman (임권택, 1986) o Chunhyang (임권택, 2000). Finalmente, tragedias contemporáneas como Gilsotteum (임권택, 1985), increíble historia de reencuentros -muchas familias fueron separadas por la guerra-, donde los lazos de sangre chocan con la brutalidad de las barreras sociales, o Jagko (임권택, 1980), la historia de venganza imposible de un militar contra el partisano comunista responsable de su caída.
Pero lo que el cine de Im Kwon-taek ha podido plasmar ejemplarmente es sin duda una forma particular de energía, una tensión, a menudo sexual, que igualmente se encuentra en una crónica rural como Village of Haze (임권택, 1982), donde las mujeres de un pueblo utilizan un joven sin muchas luces como juguete sexual, como en un drama feudal como The Surrogate Woman (임권택, 1986), con un joven príncipe que experimenta una pasión carnal incontenible por la joven designada para subrogar a su esposa estéril. Uno de sus grandes éxitos internacionales, Chihwaseon –Ebrio de mujeres y pintura– (임권택, 2002) funde la historia y el deseo como la materia misma del genio artístico. Uno puede sorprenderse por la elección de la puesta en escena, a veces deliberadamente obsoleta -el uso del zoom que contribuye a la extraña belleza de ciertos títulos- por este deseo de no caer en un estilo decididamente “moderno”, sino más bien de captar lo fascinantemente violento de la historia y la sociedad coreanas y los impulsos que la atraviesan.
Im Kwon-taek también fue el director que lideró la presencia internacional del cine coreano en las décadas de 1980 y 1990, ya que sus películas fueron invitadas con frecuencia a eventos como los Festivales Internacionales de Cine de Berlín y Venecia. Además, no se alejaría de la vertiente más comercial realizando a principios de la década de 1990 su trilogía de cine mafioso The General’s Son (임권택, 1990), las dos primeras de las cuales fueron las cintas más taquilleras de 1990 y 1991.
Sin duda, nada habrá definido tanto el arte del director como el pansori, ese arte vocal, narrativo y musical, que está en el centro de varios de los títulos del cineasta como Sopyonje (임권택, 1993), que cuenta la melodramática historia de una cantante maltratada por su padre, así como su Beyond the Years (임권택, 2006) y especialmente Chunhyang (임권택, 2000), una representación tanto de la actuación de la cantante en el escenario como una reconstrucción cinematográfica de la historia contada por ella.
Descubrir el cine de Im Kwon-taek en su dimensión plena y monumental es encontrarse en la encrucijada imposible entre el cine más comercial, barato y masivo, y un deseo casi científico de revisar lo que constituye la excepción coreana.
Referencias:
Rauger, Jean-François. “LA CORÉE, CORPS ET ÂME”. Retrospectiva de la Cinémathèque française.
[2 diciembre 2015, 29 febrero 2016].
<https://www.cinematheque.fr/cycle/im-kwon-taek-183.html>
KOFIC, IM Kwon-taek. Www.koreanfilm.or.kr. [consultada el 27 de mayo de 2021] <https://www.koreanfilm.or.kr/eng/films/index/peopleView.jsp?peopleCd=10058483>
Wikipedia. “임권택”. Wikipedia, The Free Encyclopedia [consultada el 1 de junio de 2021]
<https://ko.wikipedia.org/wiki/%EC%9E%84%EA%B6%8C%ED%83%9D>
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