Durante la pasada edición del Festival Nist de Cinema Oriental de Vic, tuvimos la oportunidad de disfrutar de la taiwanesa Butterflies, mediometraje de ciencia-ficción (más bien política-ficción) realizado (y aquí lo interesante del tema, además de lo potente del film) por un catalán afincado en Taiwán, y con una historia detrás de lo más curiosa: Albert Ventura. El director no pudo viajar al Festival por culpa del COVID, pero, aun así, pudimos disfrutar de una larga y apasionante charla online con él junto a nuestro amigos de CineAsia. Aquí os dejamos algunas de las cuestiones más interesantes que abordamos con Albert en la entrevista. Esperamos la disfrutéis…
Asiateca: Hemos leído tu historia en tu web y en algunas entrevistas… Suponemos que siempre te hacen la misma pregunta, pero es que es una historia muy curiosa. Biólogo y cineasta… ¿Cómo pasas de una cosa a la otra?
Albert Ventura: Siempre me gustó mucho la ciencia y también la ciencia ficción. Es posible que a través de la ciencia ficción entrara en la ciencia en sí, porque cuando era joven el cine me parecía muy inaccesible. Ahora hay muchos estudios de dirección, las cámaras son muy asequibles, pero cuando yo tenía 18 años (ahora tengo 42) hacer cine era complicado. Si tenías suerte de nacer en un entorno que te lo hiciera más accesible quizás, pero parecía una utopía, con lo cual nunca me imaginé que podría estudiar cine o dedicarme al cine. Siempre me gustó mucho el cine paralelamente a la biología, la zoología, etc., siempre estuve entre las dos cosas.
Asiateca: Resulta que también eres muy aficionado al anime y la cultura japonesa. ¿Por eso terminas en Japón?
Albert Ventura: Exacto. En este caso el ser un “otaku” en vez de cerrarme, me abrió puertas -risas-. Tenía pasión, no solo por lo japonés, sino por la cultura asiática en general. Quise aprender japonés cuando vi Akira y chino cuando vi Tigre y dragón -risas-. Por circunstancias de la vida, después de la carrera me fui a Australia un verano y allí conocí a mi pareja de aquel entonces, que era japonesa y pensé: “esta es la mía, me voy a Japón”. Ya estaba estudiando japonés y lo vi claro, decidí irme allá a seguir con mis estudios de Biología.
Asiateca: Pero luego llega Mapa de los sonidos de Tokio de Isabel Coixet y eso lo cambia todo…
Albert Ventura: En Japón comencé a estudiar cine, como una vía de escape. Aquí se trabaja, se trabaja y se trabaja, y mi mentalidad y mi cultura no estaban adaptadas a eso. Necesitaba algo diferente para desconectar y como siempre me había gustado el cine y estaba en Japón (un lugar tan espectacular, tan visual y con tanto material al alcance, cámaras, lentes…) pues empecé a estudiar fotografía y edición en un taller los fines de semana. Luego fue cuando me enteré de que Isabel Coixet venía a rodar Mapa de los sonidos de Tokio, y empecé a trabajar como ayudante de producción en temas de traducción. Allí hice algo que no me atrevería a hacer ahora, pues no está muy bien visto en Japón, y es que en uno de los descansos le di a uno de los actores, que me gustaba mucho, uno de mis guiones. Como hablaba japonés se quedó muy sorprendido y se olvidó un poco de los protocolos sociales. Y me salió bien, pues luego me llamó para salir en mi primer corto y a partir de ahí es como empezó mi carrera. Tenía un guion, un actor y comenzaba a tener un equipo de verdad.
Asiateca: ¿Ese fue tu primer corto “Script”?
Albert Ventura: Sí, exacto, en 2010. Lo hicimos de forma muy experimental, ensayábamos como si fuera una obra de teatro y nos lo pasábamos muy bien. A los actores les gustó mucho porque es un tipo de hacer cine muy diferente de lo que hacen ellos, muy rígido, todo muy programado. Gané un premio en el Festival de Sapporo al mejor guion. Todo fue muy inesperado y pensé: “voy a triunfar en Japón como director, exactamente lo que quería” – risas -.
Asiateca: Tenemos experiencia entrevistando a directores independientes dentro de la industria del cine japonés y es muy duro…
Albert Ventura: Sí, alucinante. Hacer un corto de nada, era durísimo. Sacabas una cámara y la gente empezaba a mirar a ver qué pasaba, llamaba a la policía… Todo tipo de trabas, es muy difícil hacer cine. Solicitas una localización, te la dan al cabo de tres meses, y si te la dan, tienes que pagar a un policía para que esté allí haciendo rondas. Una paranoia.
Asiateca: Y siguiendo hacia delante ¿cómo acabas en Taiwán? Porque ahora estás viviendo allí…
Albert Ventura: Terminé el doctorado y todos mis estudios en Japón, pero me encontré con la barrera social. Es difícil para un extranjero entrar en la sociedad japonesa. Tuve la sensación de que no llegaría nunca, de que necesitaría muchos años para escalar hasta donde yo quería llegar. Tuve la suerte de que envié uno de mis guiones a Taiwán y tuvo mucha aceptación, así que me dije que iría a probar suerte. Taiwán, además, es un lugar a medio camino entre China y Japón, un país muy progresista y en el que se habla mucho japonés, puedes entenderte. Es un país muy relajado, donde coexisten muchas lenguas, muchas culturas, gente de muchos sitios de Asia y no tiene la presión social de China ni esa paranoia política de control y demás.
Asiateca: Tenemos algunos amigos occidentales que han vivido en el país, y todos, de alguna manera, se vinculan emocional y políticamente con la identidad del país. ¿Qué pasa en Taiwán para que os vinculéis tanto con la isla?
Albert Ventura: Una pregunta interesante, la verdad es que nunca me habían preguntado el porqué nos “taiwanizamos” una vez que vivimos aquí. Difícil de explicar… Quizás es esa sensación de buen rollo que tienes cuando vives aquí: es muy tranquilo y la gente te acoge muy bien; es muy fácil apreciar a Taiwán como país. Cuando te acostumbras a vivir a la “taiwanesa”, es decir, de forma muy relajada, muy poco politizada de hecho, puedes decir lo que quieras, hay libertad de prensa, la gente puede pensar cualquier cosa, hay prochinos, proamericanos, de todo. Es también complejo, porque en Taiwán piensan que son los chinos de verdad; en cambio en China creen que son ellos los chinos auténticos. Todos son buenos y malos. El partido tradicional del Kuomintang, de hecho, actualmente son pro-China, son los más partidarios de la reunificación con dos sistemas políticos y un solo país, algo que nadie sabe realmente cómo es. Y claro, seguramente los hechos de Hong Kong explican por qué la gente realmente no quiere ni oír hablar de la reunificación ni de abrir la puerta a que los chinos (porque China no viene con un ejército, sino que van varios pasos por delante de lo que imaginas: vienen, van seduciéndote, van comprando casas, negocios, ofrecen financiación y van “chinatizando” el lugar y preparando el terreno para que no haga falta conquistarlo). Precisamente en Hong Kong fue así, poco a poco, de forma muy sutil… Y sobre el cine, allí hay censura pura y dura. De hecho, cuando estaba buscando equipo para Butterflies llamé a varios directores de fotografía que me gustaban en Taiwán y me decían: “no, no puedo hacer esto porque ahora tengo que trabajar en China y si hago un corto como este no vuelvo a trabajar allí”.
Asiateca: Tras esta introducción sobre Taiwán y ya que hablas de Butterflies: ¿es un corto de encargo, por así decirlo, verdad? Vinculándolo con todo lo que hemos hablado a nivel político, ¿te lo han encomendado o es una idea tuya para la que buscabas financiación?
Albert Ventura: Realmente las dos cosas. Yo estaba buscando financiación para otras historias y me ofrecieron hacer un corto con algunas premisas. No me dijeron lo que había que hacer, de hecho, las instrucciones eran muy confusas. Primero querían algo de Año Nuevo, luego hablar de la situación de Hong Kong, luego me envían una novela que no tenía nada que ver… Era un encargo muy confuso… Sin embargo, aquí en Taiwán todo son subvenciones públicas, así que no podía desaprovechar la oportunidad de hacer cine. Tenía que haber sido una única película con tres cortos/capítulos juntos, pero al final los hicimos por separado. En mi caso, no quería caer en una tesis política, hacer un discurso anti-China es un mensaje ya muy quemado y que no aporta mucho, así que decidí usar ese contexto gris para hacer florecer un romance en ese suelo que parecía no fuera fértil. Quería mandar una especie de mensaje de esperanza, todo el mundo ve el problema y nadie parece actuar.
Asiateca: Al margen de la historia, y de ese contexto político, uno de los atractivos fuertes es la imagen; la fotografía nos parece brutal y sabemos que es algo importante para ti. Incluso hemos visto alguna conexión con Wong Kar-Wai o Hou Hsiao Hsien…
Albert Ventura: De hecho, en la película quería mostrar sin ningún tipo de complejo algunas películas y DVDs, aunque al final no las puse. Cuando la chica que está huyendo entra en casa de Lien, una de las escenas era que se quedara mirando unos cuantos DVDs y entre ellos estaban Millennium Mambo, In the Mood for Love y no recuerdo la tercera, alguna de Tsai Ming-Liang. Era una especie de canto nostálgico al cine taiwanés. Millennium Mambo es una película que tenía en mente por alguna razón, más que por la trama, por los colores, algo muy fresco que no se veía demasiado en el cine taiwanés. Hou Hsiao-Hsien es un director emblemático en Taiwán, de hecho, ahora es noticia porque se ha apartado un poco de la escena por una enfermedad. Los productores de Millennium Mambo estuvieron en el rodaje, incluso hicimos una escena homenaje…
Asiateca: La del puente y las dos protagonistas…
Albert Ventura: Exacto, fue la última película que se rodó allí, después lo derribaron. Sobre el uso de los colores: siempre me ha interesado mucho, y el estudio que hace Wong Kar-wai de ellos es muy interesante, en vez de estar mezclados, los separa. No es que quisiera imitarle, pero en mi mente creé mis propias normas en cuanto a los colores: el azul significa el pasado, un color frío, nostálgico… por eso el sueño de la chica es muy azulado y está propiciado por una droga azul. El rojo significa el futuro incierto, peligro, pasión… Por eso la droga roja llega un poco después, en un momento de transición para la actriz principal donde tiene que dejar atrás la melancolía y mirar de cara al futuro. Y claro, tenemos pasado y futuro: el pasado es una mierda, el futuro también, y pensé “por qué no lo mezclamos”, al mezclarlo no sería ni una cosa ni la otra y por eso tenía sentido que fueran a otra dimensión, cambiar de cuerpo. Cuando intentas ser coherente con tu película te encuentras con regalos en el camino y ahí está el color lila que surge de la mezcla, que además es un color feminista y revolucionario.
Asiateca: Últimamente en el cine taiwanés vemos muchas historias de relaciones LGTBIQ+.¿Por qué has escogido este tipo de relación en tu película?
Albert Ventura: Hace muy pocos años que Taiwán legalizó los matrimonios homosexuales y eso en una zona como Asia oriental, tan conservadora, es pionero. Taiwán siempre ha tenido una cultura china tradicional, pero a causa de la reciente ola de liberalismo (propiciada en gran medida por el actual gobierno), han ido surgiendo estas películas y la gente se ha ido destapando. También hay que decir que la comunidad LGTBIQ+ en Taiwán se refugia en el mundo del arte, ya que en Asia es el cobijo de muchas minorías y constituye una especie de comunidad libre, un lugar donde “huir” de ambientes más conservadores. Realmente nunca me había atraído el tema de por sí. Butterflies no es una película que trata sobre la identidad sexual, pero lo que sí tenía claro es que una relación entre dos mujeres sería una metáfora mucho más fuerte de libertad. Cuando me venía la idea sobre la película de forma abstracta, en mi mente siempre veía a dos mujeres. De hecho, fue muy duro al rodar tener que ponerme en la mente de estos personajes femeninos. Aprendí a escuchar mucho a mi equipo, me rodeé de mujeres. Por ejemplo, había diseñado cosas del vestuario y luego ellas me decían: “mmmm no se van a vestir así” – risas -. Yo tenía una visión muy heterosexual de la película y tenía que dejarme influir más por la feminidad que tenía alrededor.
Asiateca: En esa línea, sobre las actrices, nos ha gustado mucho la dirección de actores. No es fácil sobre todo por esa diferencia de género, y también de cultura y de idioma…
Albert Ventura: Barreras de cultura, idioma, género e identidad sexual… fue muy duro. El canal de televisión me propuso varios nuevos talentos y probé con dos actrices. Mi método de trabajo es dar mucha libertad a los actores y eso en Asia no todo el mundo lo comparte. A mí me gusta empaparnos del trabajo en los días de ensayo, experimentar cosas, reescribir, enfadarnos, borrar el guion y empezar de nuevo. Una de las actrices estaba muy frustrada, siempre discutíamos, así que la cambié. De hecho (y esto no se lo he dicho a nadie), la actriz que tenía que ser Lien, la que tiene los rizos, es ahora la otra chica; cambié de roles y entró una nueva actriz: Han Ning, la actriz de pelo corto, una gran promesa del cine taiwanés, con gran talento. Teníamos algunas dudas sobre cómo iba a encarar ciertas escenas no muy comunes en el cine asiático, pero tanto el cámara como yo alucinábamos, estábamos completamente enamorados de su actuación. Pero la pregunta era: ¿y quién hará de Lien? Un papel bastante extraño para una sociedad como la taiwanesa: alguien tan loco, tan impredecible, extrovertido… Y aquí tuve mucha suerte porque a través de los productores conocí a Yu Pei-Jen, que también es cantante, y era lo suficientemente loca para hacer el papel. Es otro tipo de actuación, Han Ning tiene un método más clásico y Yu Pei-Jen es casi como si estuviera haciendo una pintura delante tuyo, pero todo lo que hace es bueno. Con respecto a la imagen también tenía unas ideas preconcebidas pero el cámara es muy bueno, fue otro gran descubrimiento, conectamos casi de inmediato y si hago más películas me gustaría contar con él.
Asiateca: Tenemos que ir acabando y la pregunta obligada es: ¿y ahora qué? ¿Te gustaría hacer el largo de Butterflies o saltar a otro proyecto?
Albert Ventura: Me gustaría hacer el largo de Butterflies, pero es que acabo de escribir una serie para la televisión, una serie muy ambiciosa para la que me ha costado mucho encontrar financiación; y estoy pensando en pedir una subvención para otro corto distópico totalmente diferente ambientado en un futuro donde la sociedad está dividida en tres colores, ciudadanos azules, rojos y amarillos, cada uno separado por un sistema económico, político e incluso judicial diferente, como tres países que comparten un mismo territorio.
Asiateca: Guau, vemos que tienes Taiwán para rato, -risas-. En fin, Albert, ha sido un placer haber charlado contigo este ratito y, claro está, mucha suerte en tus siguientes proyectos, ¿vale?
Albert Ventura: Muchas gracias a vosotros, porque siempre os sigo y me dije: “esto va en serio, CineAsia me está llamando”…-risas-.
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