Hace unos años Kazuya Shiraishi nos sorprendió con una cinta yakuza con aire muy clásico titulada The Blood of Wolves. Ambientada en una ciudad cerca de Hiroshima en el Japón de finales de la década de 1980, nos propone un viaje donde un policía veterano y de métodos dudosos debe trabajar con uno joven e idealista para controlar una incipiente guerra de bandas. En aquella, el director recurre a constantes referencias al cine de Kinji Fukasaku pero adaptando el ritmo a su propio estilo, con un guión que deja atrás las grandes familias y guerras para centrarse en sus personajes y en sus rincones. Si ya la han visto les recomiendo revisen el programa del Kwoon de Media Tarde que Mike y sus Chinos y yo mismo le dedicamos en profundidad, porque nos encanta.
The Last of Wolves es la continuación directa de aquella y, aunque se pueda ver de forma independiente, pierde mucho peso dramático y semántico el no haber visto primero la anterior, así que ya saben. Situada esta vez en la Hiroshima a principios de la década de 1990, volvemos a tener a un lobo solitario como protagonista, un policía que llega a la capital regional para investigar un caso de asesinato relacionado con la mafia e intentará evitar una cruda guerra de bandas con un psicópata Yakuza como protagonista.
Aunque es una película larga, es complejo hablar de ella sin desvelar mucho de su guión, que vuelve a llenarse de simbolismos, recovecos y personajes que no son lo que parecen. Con estas películas Shiraishi está construyendo una saga que creo avanza con el propio argumento, adaptando su estilo a los tiempos que representa. En la primera entrega las referencias al jitsuroku de la década de 1970 son más claras, mas abundantes, la historia del poli veterano y el poli novato evoluciona de forma sobria y nos depara sorprendentes revelaciones y duros momentos de violencia, aunque ni exagerados ni extravagantes. Aquí ese estilo clásico se moderniza -incluida su banda sonora-, las referencias al cine de Fukasaku son anecdóticas, la historia continua mostrándonos lo que un lobo solitario debe hacer para mantener sus ideales, pero lo lleva a algo mucho más visceral y violento. La inclusión del yakuza psicópata recuerda más a los crudos yakuzas de Takashi Miike de finales de los 90 o a los primeros policíacos de Takeshi Kitano que a obras anteriores, y todo el conjunto tiene un estilo diferente.
Si les gusta el cine policiaco japonés esta es una apuesta segura, con multitud de referencias y un fondo mucho más amplio del que puedan sospechar, más aún si les gusta la época, el género o el propio director.
Nuestra siguiente propuesta asiática también se adentra en el terreno del cine criminal, aunque esta vez viajamos a Hong Kong para disfrutar de Hand Rolled Cigarette, una de las primeras obras como director y guionista del actor Kelvin Chan.
La cinta nos propone una premisa muy interesante, la de los militares chino-británicos que no obtuvieron la nacionalidad británica tras la entrega de Hong Kong a China por falta de rango y por tanto quedaron varados en la ex-colonia sin forma de ganarse la vida. Esta premisa se presenta de una forma muy poderosa, con escenas en blanco y negro de un grupo de soldados en hermandad con un claro estilo western, espectacular. Tras esto la cinta se sitúa en el presente, con uno de estos ex-soldados buscándose la vida con trapicheos y su relación con un inmigrante pakistaní que se esconde en su casa huyendo de la mafia.
Esta obra se cuece a fuego lento de forma extrañamente reposada hasta su tramo final y centra su discurso en la búsqueda de un lugar en el mundo, de alguien con quien entablar una conexión, tanto por parte del ex-militar como del inmigrante. En el comentado tramo final la cosa cambia por completo y se nos presentan unas escenas de acción de un extremado virtuosismo técnico y gran impacto.
El resultado global de esta película es en parte genérico, con una historia no especialmente original, a pesar de su interesante multiculturalidad, que está muy bien realizada en su aspecto técnico pero que tampoco destaca en su cambiante ritmo. Lo que me molesta especialmente es que no utiliza sus cartas para ofrecernos algo diferente. Toda la premisa de los militares y su historia de hermandad no se utiliza prácticamente nada en el resto de la película y esas escenas iniciales quedan como algo vacío que no volvemos a ver.
Aunque bien, esta película te deja a medias y con una sensación de poder haber dado mucho más de sí.
Takehide Hori es un decorador y artista multidiciplinar que ha estado 10 años realizando Junk Head, una película en stop motion que sorprenderá a cualquiera que la vea no solo por su excelencia técnica, sino por ofrecernos una película que aúna ciencia ficción, comedia, muchísimas escenas de acción, imposibles trucos de cámara y mucho más.
Su guión nos sitúa en un futuro muy lejano en donde la humanidad ha alcanzado la longevidad a través de la manipulación genética a costa de haber perdido la capacidad reproductora. Los científicos han encontrado una raza en el subsuelo que puede lograr que la humanidad recupere la fertilidad y envían a un investigador para encontrar muestras. El subsuelo está habitado por los Marigans, evolución de los antiguos clones humanos creados para realizar los trabajos más duros y que se revelaron hace más de 1600 años.
Con un ambiente que puede recordar fácilmente el manga de Blame! por sus continuos pasillos, estructuras y su lejano futuro distópico, Hori crea una pequeña colección de personajes entrañables y bien definidos, con una historia entre la acción, con mucho humor, y el simbolismo. El aspecto técnico se eleva al máximo exponente, con una sensación de movimiento y velocidad que nunca había visto antes en este tipo de productos. El director se permite escenas dramáticas, momentos “Matrix”, juegos de cámara…
Esta es una película que debe verse y que demuestra que la animación stop motion tiene un potencial que no siempre se ha explotado, y es un medio perfectamente válido para la narración compleja y amplia.
Si hay una película que había despertado interés entre los aficionados al cine asiático en esta edición del festival esa era la tailandesa The Medium, dirigida por Banjong Pisanthanakun, autor de películas como Shutter y la divertida Pee Mak. La presencia como productor del conocido realizador coreano Na Hong-jin despertó el interés internacional de mediato. A esto hay que sumar una -exagerada- campaña publicitaria y repercusión internacional de anécdotas relacionadas con su proyección (como la de algún que otro periodista un poco perdido que solicitó verla con las luces encendidas debido a su nulo acercamiento al género, cosa que se exageró a muerte en las redes), lo cual no hacia más que acrecentar -de forma bastante falsaria- ese interés.
The Medium nos acerca a una especie de falso documental sobre el chamanismo en las zonas rurales de Tailandia acercándonos a la figura de una de estas mediums, supuestamente elegida por una deidad benefactora. Esta deberá hacer frente a un supuesto caso de posesión en su propia familia, donde varias desgracias han ido sucediendo desde hace algún tiempo.
La película tiene una primera parte que me gustó especialmente y que me produjo una cierta angustia, esa angustia que te produce el folk horror más realista y natural. En Tailandia, Filipinas y buena parte del sudeste asiático el chamanismo es algo muy real para sus habitantes, casi todos han vivido más o menos de cerca la presencia de mediums, supuestas maldiciones familiares, rituales extraños… toda una colección de tradiciones culturales que dan una sensación de cruda realidad a todo lo que vamos viendo en la película. Para alguien local es mucho más real que para alguien foráneo y la sensación de terror me imagino que es muchísimo mayor.
Lo que es más discutible es el in crescendo que se da en su tramo final. A partir de cierto momento la cinta se aleja de ese falso documental sobrio y realista para proponernos un tour de force de posesiones, ritos demoníacos y terror “found footage”, este tramo se adentra en un cine de género puro y no especialmente brillante, que contrasta diametralmente con el resto de la película. Ese cambio creo que es lo que menos convence de la película, ya que se hace muy forzado y realmente aporta un contenido tan diferente y estándar que no llama especialmente la atención, más aún si habías entrado de lleno en su primera parte.
Creo que merece la pena ver The Medium, en general me gusta pero su punto de inflexión entiendo que podrá sacar a muchos de la propuesta… o meterlos si no han conectado con su inicio, supongo.
Qué buena pinta tiene The last of the wolves, y seguro que Hand rolled cigarrette me gustará. Por desgracia Junk head tiene pinta de que no llegará nunca a España.