RUN AND KILL · · · Cualquier intento de acercarse a un cine de acción extremo debe empezar por Run and kill… luego nosotros empezaremos también por ahí… Una de las obras cumbres de la categoría III, sin Anthony Wong pero con Simon Yam y, como no, ese policía llamado Danny Lee, dirigida no por Herman Yau pero si por Billy Tang. A todo ello le sumamos al gran (en todos los sentidos) Kent Cheng (que ya andaba por ahí en la fundación del género, es decir, Sentenced to hang) y el resultado es: el apocalipsis. Sí, así, sin más… Si en los textos canónicos no se describe como aquí es porque quién escribió las escrituras no era hongkonés. Sólo un hongkonés podría ofrecernos semejante delirio, en el que la vida de nuestro gordito preferido cambia radicalmente un día que se encuentra con que su mujer lo engaña, lo cual le lleva a beber, beber a hablar y hablar, bueno, hablar es peligroso en según que sitios. El caso es que sin saber muy bien cómo, de repente se encuentra con que mucha gente quiere algo de él y él no quiere nada de nadie, lo cual no evita en que insistan y no con buenas maneras… Y así, alegremente, va discurriendo la película hasta que el hombre tiene la desgracia (una más) de encontrarse con uno de nuestros psicópatas preferido, el señor Yam, que aquí hace de vietnamita y, horror, le matan a un hermano (lo peor que te puede ocurrir en una película hongkonesa… eso y casarte…). Y entonces, bueno, entonces… tampoco es bueno ser niño en una de estas películas… El tratamiento que recibe aquí la infancia no es nada agradable, ni en esta ni en la otra vida…
En definitiva, Kent Cheng nos ofrece uno de los papeles de su vida (y tiene unos cuantos), con unas expresiones finales que acumulan tanta rabia que es difícil pensar que no le ocurrió todo en realidad. El cine de acción se une a la categoría III, la comedia al cinismo y el resultado es éste…
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