La industria del cine de Hong Kong, se dice a menudo, no fue consciente de su propio camino hasta que conscientemente rompió algunos de sus lazos con la industria cinematográfica de la China continental: el rechazo del Mandarín en favor del Cantones, la adopción de temáticas más puramente Hongkonesas en lugar de las “universalidades” de la china del continente… Por esta razón, expertos como Stephen Teo a menudo apuntan a películas como la comedia de Michael Hui “The Private Eyes” (1976) como un punto de ruptura importante. Es interesante ver entonces como unos de los directores más responsables del florecimiento del cine de Hong Kong durante la década de los 1970 fue (aunque nacido en el continente) Taiwanés.
Chang Cheh, al igual que su colega de King Hu, era un extraño para la industria cinematográfica de Hong Kong, y sin embargo, sus películas son la quintaesencia – icónicamente – del cine de Hong Kong. Chang fue un maestro sin par de las películas de artes marciales en todas sus formas. Además, fue uno de los directores más prolíficos de todos los tiempos: en el punto álgido de su carrera Chang llegaba a realizar cinco (1971), seis (1969) y hasta ocho (1972) películas al año. Cualquier cineasta que realice una película con la fuerza de “The New One-Armed Swordsman” (1971) podría permitirse el lujo de dormirse en los laureles durante el resto del año, pero no Chang. Ese mismo años vieron la luz películas como “The Duel” y “Duel of Fists”, otros dos clásicos de su filmografía, así como “King Eagle” y “The Anonymous Heroes”. Cuando Chang Cheh murió en 2002 el mundo del celuloide no solo perdió a uno de sus grandes talentos no reconocidos, sino que perdió el modelo numero uno en un estilo especial de grabación de bajo presupuesto, producción rápida y alto grado de entretenimiento. No sorprende que los Shaw Brothers, el “Hollywood del Este” de Hong Kong, le dieran trabajo por casi tres décadas completas.
Chang escribió su primer guión en 1947. Esa película, “The Woman with the False Face”, fue la primera en Mandarín rodada en Taiwan. La película que co-dirigido (con Ying Cheung) en 1949, “Storm Cloud over Alishan”, fue la primera en Mandarín producida por una compañía taiwanesa. Chang también escribió la canción principal de la película, “Gao Shan Qing”, que se convertiría en un éxito considerable. Desde entonces escribiría o co-escribiría una buena parte de las canciones de sus películas posteriores.
Después de trabajar en el teatro gran parte de la década de 1940 y 1950, Chang escribió otro guión para “The Cruel Heart of My Man” (1956), que contó con la estrella Li Mei. El éxito de la película condujo directamente a que Chang Cheh fuera invitado a Hong Kong para escribir una nueva obra para Li. Y eso hizo – “Wild Fire” fue estrenada en 1957 -, pero Chang no obtuvo avances significativos en la industria cinematográfica de Hong Kong. Por un tiempo se ganó la vida escribiendo comentarios de cine, una columna para un periódico de Taiwán, y novelas románticas y de artes marciales, todo ello bajo seudónimos. El hecho de que Chang usará otros nombres hace que la tarea de investigar su vida y obra sea complicada. La información biográfica sobre Chang es inconsistente en el mejor de los casos e incompleta en el peor. Varias fuentes difieren incluso en la fecha de su nacimiento: ¿1922 o 1923?. Estos lapsos históricos puede deberse al hecho de que, hasta hace muy poco, Chang no fue tomado muy en serio. Es probable que no conozcamos mucho más de la vida de Chang (y otros) hasta que algún investigador explore a conciencia dentro de las entrañas de la Shaw Brothers.
Mientras estaba en Hong Kong la escritura centró su vida durante algún tiempo: entre 1962 y 1967 Chang fue guionista contratado de la Shaw Brothers, produciendo más de 20 guiones. Tendría la oportunidad de dirigir algunas películas en este periodo, “The Butterfly Chalice” (1963, co-dirigida con Yuan Qiufeng) o “Tiger Boy” (1964, su primera película con el actor Jimmy Wang Yu) – pero su despegue no llegó hasta 1967. Fue en este año que Chang dirigiría “ The One-Armed Swordsman”, un clásico del género de los swordplays y la película que hizo una superestrella de Wang Yu. La historia de la película no es muy original – de hecho, ninguna de las películas de Chang son notables por sus historias innovadoras. En todo caso, sus películas son anti-original, ya que poseen claros enlaces narrativos y estructurales con los cuentos tradicionales chinos. El guión nunca fue la razón por la que la gente fue a ver una película de Chang Cheh, fueron por las escenas de lucha. Y por la sangre.
Y desde luego había una gran cantidad de sangre. A la par de Kurosawa, aunque el flujo arterial en Chang fue más de un chorro de spray, pero esto es hilar muy fino. Con toda seriedad, el enfoque de Chang del derramamiento de sangre era, si bien no revolucionario, seguramente como ningún otro director había hecho antes que él, y es una gran parte de su legado. Incluso hoy en día, para una audiencia acostumbrada a la ultraviolencia en las pantallas grandes y pequeñas, las películas de Chang aún poseen el poder de impactar con su actitud arrogante hacia el desmembramiento del cuerpo, y su a menudo informal desprecio por la vida humana. Cualquier persona puede morir en cualquier momento en una película de Chang Cheh – incluso el héroe – y hay una gran posibilidad de que él (y casi siempre es un “él”) perezca de la manera más sangrienta. Es simplemente una cuestión de desarrollo cinematográfico que uno o más personajes en una película de Chang pierdan partes de su cuerpo o sean torturados por matones que manejan imaginativos instrumentos de tortura.
Se pueden identificar varias fases de la carrera de Chang, cada una de ellas basada en los actores con los que colaboró, muchos de los cuales convirtió en estrellas. En un primer capítulo, como ya se se ha señalado, es destacable sus numerosos films con Wang Yu. La siguiente gran colaboración de Chang comenzó en 1970 con “Vengeance”, que contaba con el inmenso dúo protagonista Ti Lung y David Chiang. Sus dos atractivas y versátiles interpretaciones llamarían a convertirlos en estrellas gracias a sus colaboraciones con Chang. Ti, conocido por las audiencias actuales más por sus colaboraciones en la serie de películas de John Woo “A Better Tomorrow”, era el de apariencia más amistosa de los dos. Chiang se caracteriza por su intensidad y su gravedad. Sus grandes interpretaciones – A veces apoyadas, como en el caso de la fantástica “Blood Brothers” (1973), por la fuerza muscular y acrobática de Chen Kwan-tai – se complementaban perfectamente entre ellas. A veces como aliados, a veces como enemigos, sus películas rezuman esa energía y química que son el sello de los grandes equipos. Pero en pocas películas se ha destilado esa química de una forma más brillante como en una de las indiscutibles obras maestras de Chang “The New One-Armed Swordsman”. Aquí, la trama de venganzas, que constituye la base de casi todas las películas de Chang, recibe un tratamiento particularmente vívido, con un Chiang tullido intentando vengar la muerte de Ti, brutalmente destrozado por unas cadenas.
Chang continuó trabajando con Ti y Chiang a lo largo de la década de 1970, momento en que la Shaw le dio la oportunidad de desarrollar una joven y prometedora estrella. Fu Sheng (también conocido como Alexander Fu Sheng) fue uno de los primeros miembros del Centro de Capacitación Shaw para jóvenes actores y actrices, y demostró ser uno de los más exitosos hasta su muerte en un accidente de tráfico en 1983 con tan solo 28 años de edad. Fu Sheng era joven, guapo y acrobático, y tenía el don de dar un toque de luz a los trabajos de Chang que sus antiguos colaboradores no habían tenido. Sus películas con Chang, incluyendo “Chinatown Kid” (1977) y las tres partes de la saga de “Brave Archer” (1977–81), lo convirtieron en una superestrella. En el caso de “The Brave Archer” los guiones se hacen ridículamente complejos, con personajes que se cruzan de manera constante y nuevos personajes que aparecen y desaparecen casi sin darnos cuenta. Y las historias se irían haciendo cada vez más barrocas en sus trabajos posteriores hasta el límite de llegar a ser casi incomprensibles. ¿Es esto, entonces, la marca de la incompetencia? ¿Deberíamos hablar de Chang como un “gran director”?.
El desprecio de Chang por los guiones lúcidos y simples no es un signo de ineptitud, sino de un director con cosas mejores que hacer. Es vital recordar que Chang estaba trabajando dentro de los límites de una de las máquinas de entretenimiento más sofisticados que el mundo ha visto jamás: la industria cinematográfica de Hong Kong en la década de 1970. Las películas de Shaw se proyectaban en toda Asia, Australia y América del Norte. Al apelar a una audiencia global, una opción obvia era crear historias convincentes, universales (las películas de Chang poseen una especie de universalidad que, de nuevo, no se alejan tanto de los cuentos populares). Sin embargo, otro camino a seguir era apelar al mercado de masas mostrando hombres guapos con increíbles habilidades en artes marciales bañados en la sangre de sus oponentes. Añádase a esto exuberantes colores y ornamentados diseños de producción, que se convirtieron en otra de las marcas de Chang, y no es de extrañar que sus películas tuvieran tanto éxito.
Muchas de las grandes películas de Chang fueron coreografiadas por uno de los mejores talentos del mundo de las artes marciales que poseía el estudio, Lau Kar-Leung (también conocido como Liu Chia-Liang), que pronto pasaría a convertirse en un director sumamente hábil por derecho propio. Lau era único en reconocer y poner en valor las habilidades naturales de los más destacables actores/acróbatas que generaba la maquinaria Shaw. Sus coreografías en las películas de Chang son complejas, largas y llenas de impresionantes alardes físicos. Es signo del talento de Chang que, en la mayoría de los casos, dejara que las escenas de lucha se desarrollan en planos largos y con el tiempo suficiente, para poder desarrollar adecuadamente el potencial físico de los luchadores. Las escenas de lucha en el cine de Chang, sea cuerpo a cuerpo o llenas de espadas, hachas, bastones, guillotinas voladores o cualquier arma, son simplemente impresionantes.
La visión amorosa de la forma masculina es, sin lugar a dudas, un subtexto en el trabajo de Chang, y una de las razones por las que sus escenas de lucha son tan emocionantes. La cámara de Chang parece mirar con gran cariño la figura de los hombres musculosos con grandes dotes físicas que son las estrellas de sus películas. Además, sus historias a menudo se centran en la amistad masculina y la lealtad – el código del honor masculino es una clara constante a través de la obra de Chang como una de las principales temáticas. Aunque Chang hizo muy buenas películas con estrellas de acción femeninas (destacando por ejemplo “Golden Swallow” (1968) con Cheng Pei-pei), su corazón parecía estar en las películas en las que fue capaz de explorar los temas de la masculinidad. Era algo así como un secreto a voces que Chang era homosexual, y esto le da a su trabajo una nueva visión muy interesante.
Dentro de la carrera de Chang el periodo de Fu Sheng se superpone con lo que se conoce como el ciclo de los “Cinco Venenos” (The Five Venoms). Es este último ciclo aparecen, de nuevo, una serie de promesas que la Shaw quiere promover, y con su historial de explotación de nuevos talentos Chang era la opción más lógica para este proyecto. Estos nuevos interpretes – Kuo Choi, Lu Feng, Lo Meng, Chiang Sheng, Sun Chien, y la aparición ocasional de Lo Lieh y Wang Lung Wei – cambiaron el aspecto del cine de artes marciales para siempre. Varios de los Venoms (apodados así por su aparición en la película de Chang “The Five Deadly Venoms” (1978), en la que interpretaban a unos misteriosos artistas marciales apodados como Lizard Venom, Scorpion Venom, Toad Venom, Centipede Venom y Snake Venom) aparecieron en las películas “Chinatown Kid” y “The Brave Archer” junto a Fu Sheng. Cuando este murió estaban listos para tomar su lugar en los corazones y las taquillas de los habitantes de Hong Kong.
Contando “The Brave Archer” y “Chinatown Kid” Chang realizó 14 películas con los Venoms (siete de ellas en 1979), entre ellas algunas de sus mejores y más barrocas (los dos términos, para Chang, a menudo son sinónimos) películas. Si hubiera que destacar alguna esta sería quizás “Crippled Avengers” (1978). Esta película es un paquete que representa una síntesis completa de todo el estilo de Chang Cheh.
En primer lugar, la película está llena de una clase de violencia que aún hoy hace retorcerse al público. Los vengadores son perseguidos por el malvado Toh Tu Tien, que sistemáticamente los hace ciegos, sordos, mudos, sin piernas, y, lo más horrible de todo, idiotas. La intensidad de la violencia sólo es igualada por su implacabilidad, y el rojo de la sangre tiene su contraparte en los colores sobresaturados de los trajes y escenarios. Las luchas son simplemente espectaculares, llegando a cúlmenes impresionantes dentro de las acrobacias físicas del mundo del Kung Fu. Con tantos músculos alrededor – especialmente los del fornido Lo Meng – es difícil no mirar a los cuerpos de los artistas. El aspecto físico de los Venoms supera al de todos las estrellas de Chang. A medida que su carrera avanzaba, se hizo patente su fascinación con los extremos a los que puede llegar el cuerpo de un hombre físicamente desarrollado.
Por último el guión de “Crippled Avengers”, al igual que muchas otras películas de Chang (y del cine de artes marciales en general) se construye sobre una plataforma de venganza, aunque dentro del desarrollo barroco que Chang adopta cada vez más la cosa no queda así de simple. El Bien y el Mal no están tan claros, algo que es inusual. No es inusual, sin embargo, el hecho de que la evolución de la trama de la película depende de la oscilación pendular de la venganza, con cada lado tomando represalias contra el otros por las afrentas sufridas.
Pero más destacable que esto es, sin embargo, la presencia de un dispositivo de estructuración que Chang utiliza con gran frecuencia a lo largo de su carrera. Esta es la rígida naturaleza matemática de sus narrativas, y es un recurso que Chang utiliza ya en sus películas con Wang Yu. Pero matemático no quiere decir que simplemente una película se estructure en capítulos numerados, es mucho más profundo que eso. Es un medio de estructuración del cineasta de artes marciales, de Chang Cheh, que utiliza números para orientar tanto a las narraciones en general como a los detalles particulares de sus películas. En el mundo narrativo de Chang, la amputación de un miembro de uno de los héroes requiere que uno de los villanos sea mutilado de manera similar. Si dos buenos mueren, entonces dos chicos malos tienen que morir para establecer el equilibrio adecuado. Pero a menudo esta relación matemática se vuelve mucho más extravagante y deriva en patrones más complejos. Añadir estos micro-patrones a los macro-patrones que a menudo constituyen la base de relatos de Chang (por ejemplo, las cinco escuelas ninja que, en secuencia, derrotan y, más tarde, son derrotadas por los héroes de “Five Element Ninjas” (1982)) y la obsesión con los números del director se hacen evidentes. Sus historias pueden parecer barrocas y excesivamente complicadas, pero casi siempre se basan en un fundamento de lógica brutal, la lógica matemática. Esta lógica hace que sus películas sean más fáciles de entender – de nuevo, imprescindible para el mercado global – y demuestra que Chang era tan inteligente como talentoso.
El éxito y la longevidad de un director dependen de que sus películas sean recibidas por un amplio sector de la audiencia. Chang encontró formas de complacer a las multitudes pero también se permitió el lujo de experimentar con los temas y las estructuras que más le interesaban como artista. En muchos sentidos, las películas de Chang Cheh son la mezcla perfecta de arte y comercio, y por lo tanto representan una maravillosa paradoja en el corazón de la industria cinematografía.
NOTA: esta es una traducción libre del artículo escrito por Ethan de Seife para Senses of Cinema.
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